1. Conviene elegir popularmente al personal del Poder Judicial.
No, jueces, ministros y magistrados no son representantes populares y su papel no es ofrecer programas alternos de gobierno o políticas públicas. Esa es función de los poderes Ejecutivo y Legislativo. No es casual que las democracias del mundo no elijan a sus ministros judiciales (a nivel federal).
2. Quienes son electos por voto popular son gente honrada, imparcial y proba, y por eso con la elección judicial tendremos jueces justos y honestos.
No, históricamente el hecho de ser electo por voto popular no garantiza ni honestidad ni ética ni compromiso real con la gente. ¿De dónde sacaron esa relación causal inexistente en la historia?
3. Los Fiscales y miembros del Ministerio Público no tienen que ser electos por voto popular.
¿Por qué?, si se supone que eso se traduce en menos corrupción, que también la hay ahí.
Porque las fiscalías y ministerios públicos ya están en la práctica bajo control del Ejecutivo, por lo cual no es necesario hacer una farsa electoral para someterlos bajo una simulación democrática.
4. Toda elección, por el sólo hecho de serlo, es democrática, y por lo tanto participar en ello es contribuir a la democracia.
No, eso sólo ocurre si dicha elección cumple con ciertas condiciones; competitividad, equidad, vigilancia, control ciudadano, legalidad, certeza y ningún partido cuente con el respaldo del Estado.
Ninguna de esas condiciones estuvieron presentes en la elección judicial. Por lo cual, participar en ella, lejos de contribuir con la democracia representó lo contrario; ayudar a su destrucción.
5. Mientras más poderes del Estado sean electos por voto popular, más democrático será un país.
Falso, la mayor o menor democracia no depende de eso, sino de muchas otras condiciones.
Así, países en donde se elige un solo poder (el Legislativo) ocupan los primeros lugares en el ranking democrático (Noruega, Suecia, Islandia, Finlandia, etc., en tanto México ocupa el sitio 84). Elegir al Poder Judicial no nos lleva, como miente Sheinbaum, por arriba de Noruega en un solo día.
6. Morena aseguraba que quien votó por Claudia Sheinbaum (37 millones), en automático apoyaba la reforma judicial.
De ser así, lo lógico hubiera sido que la mayoría de ellos habría apoyado dicha reforma participando en la elección.
Pero también se hablaba del 80% de popularidad de Sheinbaum, o varias encuestas pagadas por Morena donde se decía que 60% decía que participaría, también se reflejaría en la asistencia a las urnas.
Los conocedores, en cambio, calculaban una asistencia entre 10 y 15%, cuando mucho, lo cual reflejaría que el voto por Claudia no implicaba aprobación por la reforma judicial. Así ocurrió.
7. Sabíamos también que, ante el gran número de candidatos y la desorganización del ejercicio, muchos no podrían votar si no se les daba un acordeón con los candidatos favoritos por quien pudiera movilizar a los acarreados (y decirlo no es clasismo, sino una realidad).
Así fue. Pero incluso, aunque el Consejo General del INE condenó el uso de acordeones como algo ilícito y antidemocrático (como siempre lo ha sido), la presidenta Taddei, sierva de Morena, validó esa vieja práctica y por tanto ya no se puede saber cuántos votos fueron ilícitos y cuántos no.
Hubo fotos, videos, testimonios suficientes para sospechar que la mayoría de electores fueron ilegalmente acarreados (un delito electoral).
8. Para minimizar el fracaso, los obradoristas comparan el 13% de participación en la elección judicial con los votos que en 2024 obtuvieron el PAN y el PRI (que fueron menos).
Pero, ¿es válido comparar los votos recibidos por tal o cual partido con el nivel de participación electoral? En absoluto.
Lo que sí podría hacerse es comparar la participación en esta elección con la de 2024; 13% frente a 61%. Los morenistas no lo mencionan, pues en eso salen aplastados.
Pese a todo, AMLO logró lo que quería; someter el Poder Judicial al Ejecutivo y culminar el desmantelamiento de la democracia. Es su principal legado.
Analista. @JACrespo1