La mayoría de obradoristas (con pocas excepciones) está absolutamente seguro de que su candidata ganará y con gran ventaja. También, muchos Xochilovers (no todos) creen que su favorita será quien triunfe, sin lugar a dudas.
Sabemos que es muy común ver las cosas a partir de nuestros deseos, más allá de lo que la realidad indique. En mi caso (como el de muchos otros) no tengo elementos suficientes para prever el resultado del 2 de junio.
A diferencia de los procesos electorales desde 1988, ahora no tengo los indicadores necesarios como para hacer un pronóstico (señalar al ganador).
Es verdad que Claudia Sheinbaum tiene muchas ventajas (principalmente la herencia del voto duro de AMLO, así como el apoyo del gobierno federal y de 22 gobiernos estatales, que no es poca cosa), pero no descarto que haya movimientos que puedan volcar el triunfo a favor de Xóchitl Gálvez (ha pasado en muchos procesos de México y otros países).
Ante lo cual no queda más remedio que diseñar escenarios. Aquí señalo los 4 que se derivan de dos variables básicas; quién gana y por cuánta distancia:
A) Triunfo amplio de Sheinbaum. Es el que creen sus adeptos que ocurrirá, en cuyo caso a la oposición no le quedaría más remedio que reconocer (con gran desilusión) que, por distintas razones (lícitas, ilícitas, de campaña, de ideología, etc), no pudieron remontar las ventajas estructurales de la morenista.
B) Triunfo estrecho de Sheinbaum (digamos 3% o menos). En tal caso, la oposición consideraría (no sin razón) que las ventajas ilegales que hemos visto desde hace dos años a favor de Claudia habrían sido determinantes en el resultado, por lo cual vendrían apelaciones legales y movilizaciones políticas.
Habría agitación hasta cierto punto, y el ambiente político quedaría más agitado que en el escenario anterior. Pero probablemente no pasaría de ahí. Se confirmaría el triunfo de Morena, aunque mucha gente la consideraría “espuria”, como ocurrió con Calderón en 2006.
C) Triunfo estrecho de Xóchitl. Es decir, un triunfo por 3% o menos. Es, me parece, el escenario más peligroso porque López Obrador, que es exactamente lo opuesto a Ernesto Zedillo en este tema, acusaría de fraude a la oposición (dinero de empresarios, intromisión de organismos internacionales, conjura internacional, etc.) y haría todo lo que pudiera para invertir el resultado.
Eso podría hacerlo si aún controla la mayoría de magistrados en el TEJPF, como hoy ocurre, mismo que podría anular las casillas necesarias para modificar el veredicto. Desde luego, esto implicaría un alto riesgo de inestabilidad política y, por ende, económica.
D) Triunfo claro de Gálvez (de 5 puntos para arriba). Es el escenario que hoy se ve más difícil por las ventajas de Estado que tiene Claudia.
Pero no lo descarto del todo, pues se puede dar un vuelco como hemos visto en otros momentos y países. En tal caso, AMLO tampoco reconocería el triunfo (jamás lo ha hecho), apelaría a fraude y demás.
Pero por la amplitud del margen, no creo que le fuera posible echar abajo ese resultado. Hay quienes temen que en este escenario AMLO buscaría de plano dar un golpe con respaldo del Ejército.
No lo creo, no porque AMLO no lo buscara, sino porque pese a todo, las Fuerzas Armadas no parecen haber perdido del todo su institucionalidad, porque en su interior hay divisiones, y porque los generales saben que eso sí sería intolerable para Estados Unidos (pues no somos Nicaragua).
Concretar este último escenario representa un gran reto para Xóchitl y sus seguidores, que por tanto deben pensar muy bien la estrategia, las diversas narrativas (según los sectores de un electorado heterogéneo), los debates, cómo atraer a los indecisos, etcétera. Tarea nada sencilla pero, al menos desde mi punto de vista, no imposible. Dependerá de lo que suceda en lo que falta para el día de la elección, a partir de múltiples variables aún sin despejar.