La primera encuesta del Frente Amplio opositor para determinar a los tres finalistas de su contienda, generó dudas sobre qué aspirante podría ganar, si Xóchitl Gálvez —a quien todos daban por ganadora— o Beatriz Paredes —que apareció en la encuesta domiciliaria a sólo tres puntos de distancia—, pero también temores de que el PRI haría lo que solía hacer en el pasado —prácticas ilícitas— para imponer a su favorita.
Yo he sostenido que los resultados globales de las primeras encuestas —pese a lo atípico de la domiciliaria— dejaban en claro que Xóchitl seguía siendo la clara puntera, pues tras la ponderación mantenía una ventaja de 12 puntos, menos de lo que muchos suponían, pero un margen muy amplio (el doble del que tuvieron Fox y Peña Nieto al ganar la Presidencia).
Pero el temor del triunfo priista o la comisión de ilícitos generó una fuerte presión sobre Santiago Creel para salirse de la contienda anticipadamente, si bien de cualquier forma sucedería (según él explicó).
Ante la presión del PAN y el PRD, tras aparentes acuerdos con el PR (en torno a quién sabe qué), presionan a Beatriz a bajarse de la contienda antes de que culmine.
Y como ella ratificó el sábado que terminaría el proceso porque es lo que más conviene al Frente (coincido con ello), probablemente el PAN y el PRD presionaron al PRI que, ante los presuntos acuerdos entre ellos, el tricolor presionara también a Beatriz para que decline anticipadamente.
Si eso ocurriera, se perdería lo que este proceso y su método se propuso; la legitimidad derivada de una participación directa e indirecta (pero real) de ciudadanos no partidistas en esa importante decisión.
Algo sin precedente en nuestra historia y que puede ser la base para legalizar a futuro las primarias en todos los partidos. Es justo lo contrario de lo que ocurrió en 2018 tanto en el PRI como en el PAN, y también muy distinto al proceso de Morena, que será un dedazo disfrazado de cinco encuestas.
Morena pretende igualar el proceso del Frente con el suyo: acuerdo cupular, algo ya decidido, una farsa para seleccionar a quien ya estaba decidido.
No, en Morena no hubo injerencia real de los ciudadanos (en las firmas primero, y que culminaría en la consulta directa), además de foros, donde se inscribieron quienes quisieron y no quienes AMLO decidió que podían o no podían competir. Nada que ver.
Pero, de declinar Paredes antes de concluir el proceso, se echaría por la borda lo que con mucha dificultad se logró armar y negociar entre los partidos políticos y diversos organismos de la sociedad civil.
El propósito era (y es) precisamente dar una clara distinción en la fórmula en que surgiría la candidatura opositora, que abría espacio a los ciudadanos que quisieran participar directamente en esa decisión, en lugar de que las dirigencias la tomaran nuevamente (o en su caso, sólo los militantes de los respectivos partidos).
La legitimidad que puede obtenerse para el Frente y su abanderada a través de ese novedoso y democrático método se perdería.
El proceso, que con todo y algunos tropiezos y raspones ha marchado bien, resultaría anticlimático y se darían nuevas municiones a López Obrador para continuar con su falsa teoría de que hubo un acuerdo cupular para imponer a quien sería la abanderada del Frente.
Si los partidos frustran la consulta, estarían dando la razón a AMLO de que las cosas se decidieron, al final de cuentas, mediante un acuerdo cupular haciendo nuevamente a un lado a la ciudadanía.
Con lo cual se perdería el carácter distintivo, novedoso y legitimador de este ejercicio sin precedentes. Grave error de los partidos, nueva burla a los ciudadanos, se reducen las probabilidades de enfrentar exitosamente a Morena.
Espero que Beatriz muestre la fuerza y determinación que siempre ha tenido, y decida al margen de lo que digan las dirigencias partidistas, concluir su participación en un proceso que ella misma califica de una nueva contribución a favor de la democracia y la apertura a los ciudadanos.