En política, lo sabemos, no hay casualidades. No puede serlo por tanto el hecho de que cuando el presidente expresa su deseo de que se conozcan los videos sobre el soborno de opositores, empiece a circular uno surgido de quién sabe dónde. Y que cuando Amlo dice que sería bueno difundir las declaraciones de Emilio Lozoya porque servirán para purificar la vida pública, aparece de la nada. La Fiscalía General (FGR) se deslinda de haberlo circulado, porque podría incurrir en delito. Pero es probable, por simple lógica, que la FGR esté haciéndole el juego a López Obrador en su manejo político del escándalo. Les urge más la rentabilidad político-electoral del caso que sentar un precedente sólido para cambiar la endémica impunidad en México.

Pero cayó como pedrada el video del hermano incómodo del presidente, Pío López Obrador (PIOLO), recibiendo dinero de David León, un asesor del entonces gobernador de Chiapas, Manuel Velasco. Eso demerita fuertemente el poderoso discurso anti-corrupción de Amlo, le resta autoridad moral y credibilidad como un ser inmaculado cuyo plumaje jamás se mancha. Resulta que el video es una pequeña muestra lo que muchos habían supuesto; que durante la larga campaña política de Amlo, de doce años, recibió algo más que las regalías de sus libros para sostenerse, recorrer varias veces el país entero y hacer campaña. No es cuestión sólo de las cantidades visibles en ese video; lo cual recordó al ex-alcalde de Nayarit, Hilario Ramírez, “Layín”: “Sí robo, pero poquito”. No, es una cuestión cualitativa, de un partido que se presenta a sí mismo como impoluto, como “referente moral”. Asegura no incurrir en las sucias prácticas que los demás, pero lo hace, aunque (aparentemente) poquito. Si son los adversarios, es corrupción; si son aliados, es cooperación. Fariseísmo político.

¿Resulta creíble que un asesor del gobernador, miembro del PVEM, se ponga a recoger dinero de entre el pueblo humilde para un partido ajeno, distinto e incluso rival a la coalición a la que pertenecía? ¿Y que grabara él mismo esos momentos, como hacen quienes cometen un trato ilícito para protegerse eventualmente o intimidar a su interlocutor? Por lo que cabe preguntar, ¿cuánto más pudo recibir Morena por parte del gobernador chiapaneco en los siguientes años? Es evidente que desde 2015, al menos, Velasco tejía una prometedora alianza política con Amlo. No parece casual el trato privilegiado al ex gobernador Velasco. Los candidatos a Morena para la gubernatura y el Senado en 2018 eran gente de Velasco. Una vez pasada la elección, la bancada de Morena en el Senado tuvo la deferencia de brindarle un anti-constitucional permiso para que, sin renunciar a su curul, pudiera terminar su mandato como gobernador, violando con ello el artículo 72 constitucional. En ese lance se violentaron también los artículos 55, 116 y 125 constitucionales, pero, ¿qué importa, tratándose de una valiosa y redituable alianza política? Desvió Velasco casi 700 millones de un programa para mujeres a empresas fantasma, reportó la Auditoría Superior. Pero se le condonaron, y en el Senado Morena lo protege de comparecer por ello. Cabe entonces la pregunta ¿cuántos gobernadores, políticos encumbrados y empresarios cupulares habrán donado “aportaciones ciudadanas” al movimiento obradorista, por lo que hoy también gozan de una situación privilegiada con Amlo? La lista seguramente es larga.

Además, por la donación de fondos a don Pío se pudo incurrir en delito electoral. El artículo 15 de la Ley General en Materia de Delitos Electorales penaliza, incluso sin ser servidor público, a quien “por sí o por interpósita persona realice, destine, utilice o reciba aportaciones de dinero o en especie a favor de algún precandidato, candidato, partido político, coalición o agrupación política cuando exista una prohibición legal para ello”. Desde luego, no habrá ninguna consecuencia legal de esto. Al contrario, se compara el hecho con las aportaciones patrióticas de Leona Vicario. Traducción: no importa si tales aportaciones violan la ley, sino la grandeza de la causa a la que sirve. Por fortuna para Amlo, cuenta con millones de devotos que le creen absolutamente todo lo que diga, lo que sea, por encima de la realidad, de indicadores concretos o de la lógica más elemental. Con eso le basta, y por ello ni siquiera intenta convencer a sus críticos y disidentes con argumentos persuasivos. En ello radica su fuerza real.


Profesor afiliado del CDIE  
@JACrespo1 

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