Todo indica que el Frente Amplio podrá ser competitivo en la elección presidencial, si bien no tiene garantizado el triunfo. Y es que la oposición enfrentará una elección de Estado, por lo cual su eventual triunfo tiene que ser holgado, pues uno estrecho podría ser echado abajo por López Obrador con la fuerza del Estado que detenta. Una victoria con un margen más amplio difícilmente podría ser revertido por el Presidente, aunque nunca aceptará que su partido fue derrotado en buena lid. Ni le pondrá la banda presidencial a Xóchitl (primero muerto).
Pero es justo ahí donde Movimiento Ciudadano podría jugar un rol determinante. Supongamos que, dependiendo del candidato que finalmente elija, su votación pueda rondar entre 5 y 10 %. Pues es un monto que, de jugar con el Frente, podría permitir justamente la amplitud que se requiere para lograr no sólo una victoria, sino una con un margen suficiente para resistir el seguro embate del populismo obradorista. Una reciente encuesta de Massive Caller señala que de la votación de MC, 63 % iría al Frente Amplio de no participar con un candidato propio. No serían todos los votos, pero sí la mayoría.
Sólo que hasta ahora, MC se ha mantenido reacio a unirse al Frente Amplio. Desde luego, se puede entender el pragmatismo de Dante Delgado de esperar a que se definan muchas incógnitas que no se habían despejado. Pero el panorama se va aclarando y la posición de ir por su lado se mantiene. Y de hecho, todo indica que se va a sostener en eso. Las agresiones mutuas entre MC y el Frente han crecido en intensidad y frecuencia.
Yo considero que de ser la decisión final ir por su parte, el saldo para MC será negativo. Además de que no podría ganar la Presidencia por sí mismo, dividiría el voto opositor y facilitaría el triunfo de Morena. Aun si Marcelo Ebrard fuera aceptado como su candidato, los obradoristas que a él lo preferían votarían en su gran mayoría por Claudia Sheinbaum, pues ella representa el movimiento obradorista por el que han apostado y al que le creen a pie juntillas. Para ellos, Marcelo pasará a ocupar el papel de traidor, incluso para la mayoría de quienes fueron sus simpatizantes en la contienda interna.
Como sea, en la medida en que la mayoría de opositores considere que MC divide el voto opositor, quedará estigmatizado como el caballo de Troya de López Obrador, y así será tildado por años (ya hoy muchos le llaman Movimiento Macuspano, o Movimiento CiudadAmlo, el nuevo Partido Verde, etc). Lo cual, desde mi perspectiva sería saldo negativo cuando justo lo que busca MC es lo contrario; proyectar la imagen de un partido fresco, honesto y confiable. Será visto como exactamente lo opuesto.
Pero por ahora MC se ve envuelto en divisiones internas; por un lado, están quienes en ese partido coinciden que la peor estrategia es ir separados del Frente y que más le convendría negociar con él su adhesión en torno a Xóchitl Gálvez, alguien que goza de la confianza de ese partido (pues participó en su proyecto de Mexicolectivo) y que más bien puede identificarse ideológicamente como social-demócrata, que es la bandera del partido naranja.
Si bien Enrique Alfaro ya modificó su postura, que era esa, militantes de Guerrero ya rompieron con Dante por esa razón. Y por otro lado, entre quienes prefieren que el partido no se sume al Frente, hay muchos que no quieren a Marcelo como candidato, contrariamente a lo que, al parecer, desea Dante.
Probablemente perciben que serán echados a un lado por el equipo marcelista tras haber trabajado durante años en el partido, y calculan que Marcelo empezará a ejercer un liderazgo muy fuerte en MC. Hay en este tema también un dilema, un conflicto y una eventual ruptura de no lograr un acuerdo. De cualquier manera, el pronóstico que muchos desde fuera hacemos es que MC comete un error que le podría salir muy caro. Los morenistas (empezando por AMLO), los animan a seguir por ese camino, porque evidentemente les conviene.
Analista.
@JACrespo1