El término utilizado por López Obrador para referirse a los anteriormente “tapados”, el de “corcholata”, fue introducido por Daniel Cosío Villegas en su libro La sucesión presidencial para referirse justo al destape, llamándolo “corcholatazo”. Ese término no se popularizó, pero ahora lo hace al ser retomado por AMLO. Y a lo que se refería don Daniel era justo al dedazo presidencial.
Ahora AMLO asegura que él no intervendrá en la selección del candidato oficial, que se hará con dos encuestas que serán genuinas (como tienen fama de serlo las encuestas de Morena). Pero al haber utilizado el vocablo “corcholatas”, se asume que él es el destapador, y por tanto implícitamente nos deja ver que de nuevo habrá dedazo presidencial, siguiendo la añeja tradición priista (los candidatos del PAN en 2006 y 2012 fueron electos por el partido, en sentido contrario a la voluntad del presidente en turno).
Se especula cuál de los más visibles será el elegido y qué harán los demás al respecto, si abandonan Morena y si podrían generar una ruptura grave en ese partido. Pero del otro lado, no sabemos gran cosa de lo que ocurre en la oposición, pues son muchos los que han levantado la mano y otros que no lo han hecho son sin embargo mencionados e incluidos en las encuestas. Claramente han dicho que quieren ser candidatos Enrique de la Madrid, Alejandro Murat, Santiago Creel, Juan Carlos Romero Hicks y Gabriel Quadri, pero se mencionan otros nombres que no queda claro si quieren o no, como Enrique Alfaro, Lilly Téllez, algunos exgobernadores panistas, y Luis Donaldo Colosio Jr.
La gran incógnita es bajo qué método se elegirá el candidato del frente PRI-PAN-PRD, suponiendo que se concrete. El Frente Cívico Nacional ―organismo nacional ciudadano que se instauró formalmente el sábado pasado, y busca incidir y respaldar a la coalición opositora para lograr un solo candidato y un gobierno de coalición― propuso originalmente que dicho método fuera una elección primaria conducida por el INE, dado que ese órgano cuenta con la infraestructura y la experiencia para ese ejercicio. Pero legalmente el INE no puede hacerlo. Se puede buscar una iniciativa ciudadana que proponga esa reforma, y obligue a todos los partidos a celebrar primarias para su candidatura presidencial (y de gobernadores). Pero por lo pronto no se ven las condiciones para que un Congreso mayoritariamente morenista lo apruebe, cuando dicha figura no le conviene en absoluto (pues es exactamente lo contrario del “corcholatazo” que ahí se practicará). Además, no todos los partidos están a favor de una primaria en las actuales condiciones.
Por lo cual la oposición debe buscar otro método para elegir de manera creíble y aceptable a su candidato. Se habla de encuestas (siempre y cuando sean genuinas), pero se prefiere algo distinto de lo que hará Morena. Podría ser también una elección electrónica, pero se desconfía todavía de que pueda ser intervenida por manos ajenas que manipulen el resultado. En pláticas con los partidos ha surgido también la idea de que podría ser una especie de asamblea estatal (como los caucus de Estados Unidos), pero formada mayoritariamente por ciudadanos sin partido. Podría ser una asamblea digamos de 1,000 o 1,500 ciudadanos, entre miembros de colectivos y organismos cívicos de cada estado, académicos locales reconocidos, algunos empresarios (de todo tamaño) y gremios no partidizados, por ejemplo. Es más fácil de organizar y controlar eso que una primaria. Y generaría una buena dosis de legitimidad al candidato electo frente al “corcholatazo” morenista. Quiénes deberían seleccionar a los ciudadanos en cada estado, es algo que los partidos tienen que acordar. Es una posibilidad que debieran discutir seriamente los partidos, pues ya se ve difícil que sus potenciales votantes apoyen a un candidato seleccionado por las cúpulas partidistas. Eso que se lo dejen a Morena.
Analista. @JACrespo1