Frecuentemente, y a partir de distintos pasajes de nuestra historia, se habla en sentido un tanto figurado de la excepcionalidad mexicana (o la frase, “Como México no hay dos”), que desde luego no se refiere sólo a la belleza de nuestros paisajes y costas, ni a la hospitalidad de los mexicanos, sino a formas de ser y fenómenos que no es común observar en otros países. Desde luego hay exageración en ello, pero no es algo totalmente ajeno a nuestra realidad. Por ahora, llama la atención el hecho de que mientras en varios países el coronavirus se expande a gran velocidad, aquí lo ha hecho de manera muy lenta. Y de ahí que el gobierno haya preferido retrasar para después medidas de emergencia que muchos otros países ya han tomado. Y eso, desde luego, es motivo de debate y de sospechas.

Si de verdad en México la situación está bajo control, podría sonar racional el retraso de medidas, pues según nuestro gobierno éstas se desgastarían cuando no son indispensables, y dejarían de operar eficazmente cuando sea ya necesario aplicarlas. Pero varios economistas señalan que en realidad se busca evitar mayores costos económicos, dada nuestra fragilidad económica producto de los malas decisiones del año pasado. Suspender el box en el zócalo pero no el ViveLatino y el futbol respondería a un criterio económico más que sanitario, como lo aclaró Claudia Sheinbaum.

La discusión se centra en si de verdad la situación actual no amerita tomar medidas preventivas ya, justo para que no se expanda la epidemia, como ya les pasó a otros países. Muchos expertos aseguran que ya amerita eso, mientras otros (como el subsecretario Hugo López Gatell), dicen que no comamos ansias (“serenidad y paciencia”). Videos provenientes de Italia y España aconsejan tomar esas precauciones justo cuando parece que no son necesarias. Después es tarde, insisten. Si el cálculo del gobierno fallara, habrá una gran responsabilidad política al no haber tomado oportunamente las medidas precautorias. Por otra parte genera dudas el hecho de que se reconozcan muy pocos casos de infección en lapsos prolongados, de nuevo frente a lo que ocurre en otros países. Una posibilidad es que eso se deba a los pocos exámenes que se aplican, pues mientras la muestra de posibles infectados sea más pequeña, el número de contagios confirmados tenderá a ser menor. De ahí la insistencia en que se amplíen las pruebas a quienes provienen de países altamente afectados, o a quienes muestren algún síntoma sospechoso. Al parecer, ya los hospitales privados podrán hacer estos exámenes ampliando la cobertura. Y quizá adelante el gobierno tome algunas precauciones, como ya lo hacen el gobierno de Jalisco y varias instituciones privadas. Y el gobierno federal, a regañadientes, acepta gradualmente medidas preventivas ante la presión ciudadana y de la Organización Mundial de Salud, pese a la posición de AMLO de no repetir los “errores” de Felipe Calderón en 2009, y de continuar su permanente campaña, abrazando y besando (y a veces mordiendo) a sus feligreses. Mientras tanto, no está de más acusar a los conservadores de expandir el virus, por si las cosas se salen de control. Se salta en una trampa lógica del cuestionamiento que se le hace al gobierno por su deliberado retraso de precauciones, a la conclusión de que los críticos desean que el virus se propague, a despecho del riesgo que eso supone a sí mismos, o de sus cercanos. Absurdo, pero AMLO insiste en ello y miles lo creen ciegamente. Pero sea que de verdad nuestro país sea más inmune a la pandemia, o que no lo sea pero nuestro gobierno esté tomando malas decisiones, se aplicaría igualmente la expresión, “Como México no hay dos”.

Profesor afiliado del CIDE. @JACrespo1

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