El presidente López Obrador ha dicho que la actual crisis le viene como “anillo al dedo” para impulsar su Cuarta Transformación. Pero muchos de sus voceros no opinan lo mismo (extraño que diverjan de AMLO). Dicen que, por el contrario, la crisis es utilizada por sus adversarios y críticos para golpearlo políticamente. Desde luego que han surgido críticas sobre el desempeño del gobierno en esta crisis, partiendo de lo que se percibe como decisiones improvisadas, desfasadas o inadecuadas. Quienes conocen de los temas involucrados —sean opositores o no— hacen esas críticas y proponen lo que a su juicio sería más eficaz. Los hay incluso simpatizantes de la 4T (pero no incondicionales). Otros grupos proponen también mesas de diálogo para encontrar la mejor solución. ¿Eso es alentar el golpismo? Para los devotos de AMLO, sí. Para los demás, es parte del ejercicio democrático.

El caso es que al parecer la crisis y el mal manejo de AMLO sí están golpeando sus bases de apoyo. Si bien las cifras de aprobación varían de una encuesta a otra, todas registran un marcado descenso en este año. Mitofsky reporta ya esa aprobación en 47 %. En enero era de 57%, 10 puntos menos. Por su parte El Financiero registra un descenso de 11 puntos este año, (71 % al 60 %). La velocidad de la caída es notoria; en promedio de las diversas encuestas, de lo que perdió AMLO desde su toma de posesión (alrededor del 20%), la mitad ocurrió en los tres primeros meses de este año. ¿Qué sigue? Si en los próximos meses se ve que la epidemia se contuvo sin demasiado daño, y que la economía logra subsistir, el apoyo a AMLO subirá de nuevo. Pero de lo contrario, la caída podría ser más empinada aún.

El costo es también para el partido oficial. En la misma encuesta de El Financiero se registra un descenso notable en la intención de voto para Morena (que por razones obvias, siempre ha estado abajo que AMLO, aún en la elección misma de 2018, cuando obtuvo 38% del voto frente al 53 % de AMLO). A principios de 2009, Morena llegó a captar el 46 % de la intención de voto. En diciembre de 2019 había ya descendido al 35% (once puntos menos). Pero para marzo de este año su voto potencia se redujo al 18%, otros 17 puntos menos. Es decir, sigue la misma pauta que AMLO; caída durante 2019 pero de manera más vertiginosa.

Con todo, ese voto perdido no va a dar al PRI ni al PAN, cuyo desprestigio y ausencia de liderazgos obstruye por ahora la capitalización del descontento. Ese voto se va a los indecisos y abstencionistas (59%). Lo cual suscita varias preguntas; si quienes se han decepcionado de Morena votaran hoy, ¿se abstendrían o votarían por algún partido? En este segundo caso, ¿reconsiderarían votar de nuevo por Morena o lo harían por la oposición para generar un contrapeso en el Congreso? Pero supongamos que hoy fueran los comicios y que los partidos obtuvieran justo la votación que refleja esa encuesta. Algunos analistas apuntan que ese 18% del voto de Morena implica una caída de 20 puntos respecto de 2018. No es así, el 38% en 2018 lo fue de votantes, sin considerar a los abstencionistas. Por lo que el 18%, al descontar a indecisos y abstencionistas, se traduciría en 50% del voto efectivo (12 puntos más que en 2018). De hecho, dada la anacrónica sobrerrepresentación legal, la coalición obradorista obtuvo sólo 44% del voto efectivo en 2018, pero ganó el 62% de curules. Morena podría seguir perdiendo votos en adelante, pero en tanto los desencantados no opten por la oposición, el partido oficial podría preservar la mayoría absoluta. Claro, eso es hoy. En 2021 quién sabe que estará pasando en este país. Todo es posible en tiempos de incertidumbre.

Profesor afiliado del CIDE. @JACrespo1

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