Frente a los grandes desafíos que le plantea el mundo de hoy y el reto que implica la segunda presidencia de Trump a partir de hoy 20 de enero de 2025, sumado a las oportunidades que abre a su desarrollo, México no cuenta con el andamiaje y las capacidades institucionales, presupuestales y de coordinación interinstitucional para prever y responder con una visión estratégica en materia de política exterior. Por el contrario, la política externa está lejos de tener la alta prioridad que debiera dentro de la acción gubernamental, se encuentra mal coordinada entre los actores relevantes en la materia y, más lejos aún, de ser una política de Estado que detente el respaldo de sectores que son clave en la vida nacional.
Esta ha sido la realidad por lustros —por ejemplo, el presupuesto de la SRE siempre ha sido muy bajo, entre el 0.3 y 0.4% del PEF—, pero en los años recientes ese fenómeno adverso y costoso para el país se ha acentuado en forma notable, cayendo al 0.18% del PEF en 2024. Para el PEF 2025, se ha anunciado un recorte adicional del presupuesto de la SRE de 7.01% con respecto a 2024. Esto ha respondido al desconocimiento sobre la naturaleza, el alcance y el potencial que tiene la política exterior para contribuir a la defensa y promoción del interés nacional y, con ello, al progreso y bienestar económico y social de los mexicanos. Más que utilizarse como instrumental para actuar con una visión de largo alcance, generalmente ha sido el vehículo para atender cuestiones de interés político coyuntural con visión de corto plazo.
El inicio de la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum (2024-2030) es una oportunidad para establecer una política exterior de Estado que esté entre las más altas prioridades en la edificación de un proyecto nacional, uno que asegure al país estabilidad, gobernabilidad y progreso para todos. Tal política deberá, por definición, coordinar, sumar y conjugar la participación de los sectores político, gubernamental (de los tres Poderes de la Unión y de los tres órdenes de gobierno), empresarial e intelectual con otros relevantes de la sociedad, de manera que se produzca una visión compartida que trascienda los intereses parciales de grupos de poder que más influyen en la vida nacional. Cabe admitir en tal sentido que la sociedad mexicana tampoco ha reconocido a la política exterior el lugar destacado que debiera ocupar en los asuntos públicos.
Para que la política exterior tenga la alta prioridad que merece y sea una política de Estado y altamente efectiva para administrar la relación con el presidente Trump, el gobierno de Sheinbaum deberá crear el andamiaje institucional y las condiciones para que la SRE, como eje de una acción gubernamental concertada y con apoyo de la sociedad, cuente con las condiciones políticas e institucionales que son necesarias para cumplir con sus objetivos. A unos meses de su toma de posesión, aun no se corrige el desmantelamiento de las capacidades institucionales de la SRE. Para hacerlo, es fundamental que, cuando menos, en términos de andamiaje y capacidades institucionales, la SRE:
* Tenga todas sus facultades claramente definidas jurídicamente en la LOAPF, incluyendo las responsabilidades de promoción económica y turística internacional.
* Pueda cumplir cabalmente su función establecida en la LOAPF de coordinar todas las acciones de las instituciones y actores gubernamentales relevantes en materia de política exterior.
* Reciba un presupuesto acorde a su importancia y responsabilidades, el cual debe recuperar el casi 17.46% perdido en términos reales en pesos durante la última administración y ser actualizado, cuando menos, de acuerdo con la inflación (en términos reales en pesos) anualmente; asimismo, la cuenta consular debe ser entregada de manera completa y oportuna a la SRE por la SHCP.
* De establecerse al inicio del nuevo gobierno un plan de austeridad presupuestaria, diseñado por la SHCP, la SRE deberá ser excluida, tomando en cuenta que su impacto presupuestal sería marginal.
* Posea personal profesional suficiente para cumplir cabalmente con sus funciones, incrementando las plazas del Servicio Exterior Mexicano (SEM) (las cuales se han mantenido entre 1,100 y 1,300 desde hace casi 50 años), así como aumentando las plazas de personal operativo, y evitar el uso de los recursos de las plazas para cubrir erogaciones requeridas por ley.
* Tenga a los diplomáticos más capaces y profesionales para representar los intereses de México en el mundo; con este fin, debe privilegiarse el nombramiento de diplomáticos de carrera en las titularidades de las embajadas y consulados, así como en otros puestos, reduciendo al mínimo los nombramientos de carácter político.
* Otorgue los recursos suficientes para que funcione cabalmente el “Plan de Carrera” del personal del SEM, así como asegurar concursos de ingreso y ascenso en el SEM, mínimo de manera bienal.
* Amplíe los recursos para las representaciones de México en el exterior, de tal forma que puedan cumplir cabalmente con sus tareas de protección y apoyo a los mexicanos en el exterior, de presencia política, de promoción económica, comercial, cultural y turística.
* Asegurados los recursos financieros y humanos para el pleno funcionamiento de las representaciones, incremente el número de éstas para tener una red diplomática y consular acorde al tamaño del país y a sus intereses globales, encontrándose México entre las 15 economías más grandes del mundo. Esto implicaría abrir al menos 15 nuevas embajadas y consulados adicionales al año durante la próxima administración. Idealmente, durante la administración de la presidenta Sheinbaum, México debería pasar de 80 a mínimo 100 embajadas y de 67 a 80 consulados.
* Defina los criterios y procesos para generar una política exterior de Estado y de una imagen internacional con amplio reconocimiento global.
* Posea los mecanismos e instrumentos para una eficaz formulación y una efectiva ejecución de esa política, incluyendo un sistema de información y planeación de inteligencia estratégica que apoye el análisis prospectivo y, con ello, la previsión de los cambios que habrán de darse en el escenario mundial.
* Construya el andamiaje que propicie dentro de la sociedad mexicana la mejor comprensión del papel que corresponde a la política exterior y su respaldo a ella.
De esta forma, México tendrá la capacidad de desplegar una política exterior que promueva y defienda el interés del país y de los mexicanos en el exterior a nivel mundial, pero, sobre todo, en Estados Unidos, especialmente con el inicio de la segunda administración Trump a partir de este 20 de enero.
Académico del Departamento de Estudios Internacionales de la IBERO.
Miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores, Nivel III
jorge.schiavon@ibero.mx