Una de las tareas que más me enorgullece es haber participado en mi primera juventud en la negociación y establecimiento de un Nuevo Derecho del Mar en el seno de la III Conferencia de este tema en la ONU, donde participaron activamente personalidades que dejaron huella como: don Alfonso García Robles, embajador Jorge Castañeda de la Rosa y diversos tratadistas jurisconsultos de América Latina, destacados mexicanos: Jorge A. Vargas, alumnos del Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo, mi amiga la Dra. Alicia Kerber, experta en la materia, que realizó brillantes estudios sobre la anchura del mar territorial y mar patrimonial.
Aún resuena en mi memoria la asistencia histórica a la Asamblea del 5 de octubre de 1971 en las Naciones Unidas cuyo discurso estuvo a cargo del Presidente de la República, en ese entonces Luis Echeverría Álvarez, verdadero impulsor de la creación de la Zona Económica Exclusiva de 200 millas náuticas que duplicó la soberanía nacional. En la sesión manifestó en brillante discurso, la necesidad de una Nueva Política Exterior de México como actor y no simple espectador de aquel mundo bipolar subordinado a dos esferas de poder mundial, mencionó lo siguiente:
“El mar, que geográficamente nos separa, debe jurídicamente unirnos. Por eso habremos de esforzarnos en lograr un código sistemático, uniforme y equitativo en la materia.
Quizás los dos problemas sobresalientes que habrá de resolver la próxima Conferencia sobre el Derecho del Mar son el establecimiento de un régimen de los fondos marinos y la determinación de la anchura del mar territorial. El primero debe enfocarse basándose en los quince principios aprobados por la Asamblea General el año pasado, partiendo fundamentalmente de aquél que califica a los mencionados fondos marinos como patrimonio común de la humanidad.
Reconocemos la validez de las preocupaciones de varios países hermanos de América Latina que reclaman ámbitos marítimos mayores de doce millas, con base en los justificados propósitos de aprovechar, en beneficio de sus nacionales, los recursos que cada día resultan más necesarios para su subsistencia y a fin de evitar que pescadores de lejanas tierras vengan a apoderarse de los mismos. Es hora de definir adecuadamente el interés especial que tiene el Estado ribereño en el mantenimiento de la productividad de los recursos que se encuentran en los mares adyacentes a sus costas y su lógico corolario, que se traduce en la facultad soberana de establecer zonas exclusivas o preferenciales de pesca”.
En aquel entonces comprendí que este sería el tema fundamental de mi tesis jurídica sobre el Nuevo Orden Económico Internacional, la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados y el Derecho del Mar cuyo tema designa el conjunto de normas de Derecho Internacional, que deberían de regular la competencia de los espacios marítimos y oceánicos, la explotación de los enormes fondos marinos oceánicos y sus riquezas; se requería la codificación, discusión y negociación en las Naciones Unidas.
En estos tiempos de presiones es necesario aprender las lecciones internacionales amargas de la historia para consolidar nuestras fronteras marítimas y oceánicas, especialmente en los mares de la Baja California en la Laguna Ojo de Liebre en el paralelo 28 (Guerrero Negro), California marina donde llega la ballena gris a procrear a sus ballenatos y declararla junto a las Islas Marías nuevos horizontes para la investigación y desarrollo de provincias para el futuro de México.
Director del CEESTEM