El Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), que este año cumple 50 años, tomó la decisión de impulsar un vigoroso programa estratégico, transdisciplinario, con el objetivo de analizar los rumbos de la economía mundial, y nuestra inserción en bloques de prosperidad, es el caso de los países de la Cuenca de Asia Pacífico que participa con más del 60% del producto global bruto y 50% del comercio mundial. Naturalmente invocando nuestro compromiso histórico con América Latina y el Caribe de la cual nos hemos alejado. El CIDE me invitó cordialmente a sumarme a este programa visionario, con la filosofía de diversificar nuestra economía nacional.
El Estado mexicano anunció nuevos planes nacionales de infraestructura vigorosos que buscan sin duda modernizar el país, con nuevas arterias de comunicación, carreteras, ferrocarriles de carga y pasajeros, en un eje transversal como es el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec. No tengo la menor duda de que estos proyectos impulsarán el crecimiento económico y desarrollo por el establecimiento de un ferrocarril moderno, carreteras de alta velocidad y creación de polos de prosperidad, los cuales atraerán inversiones de diversas partes del mundo.
Ante los apuros del Canal de Panamá, esta es la oportunidad de coadyuvar con las rutas del comercio internacional, (como en el siglo XVI) modernizando e interconectando al sur-sureste, zona que se mantenía aislada, fuente y alacena de enormes recursos naturales como son: agua, bosques, minerales como el petróleo y además esta región estaba incomunicada. Estos programas integrados con el Tren Maya dibujan el futuro de un México entre dos océanos y una posición estratégica envidiable que atraerá sin duda algunas inversiones de todo el mundo, creando empleos calificados que tanto necesitamos.
En esta nueva tarea pondré mi especial vocación que obviamente es MÉXICO. Sí, con mayúsculas. Será un alto honor trabajar con un equipo de investigadores de alto nivel recordando mis andanzas quijotescas en mi primera juventud por esta rica cuenca cuando realicé en la década de los 70 estudios desde Australia, tierra de marsupiales donde viví con mi familia, dos años fructíferos, época de pasión creadora dedicados al análisis de la vieja historia por los mares del sur en el siglo XVI cuando navegantes españoles buscaban afanosamente las corrientes marítimas del tornaviaje para la creación de una odisea en la mar océano del Pacífico cristalizando la primera empresa comercial de aquella época que duró 250 años: la Nao de China y Filipinas. Aprovecharé esta valiosa oportunidad para desempolvar mis apuntes inéditos llamados: “Por la mar Océano del Pacífico”, analizaré especialmente las claves que propiciaron el surgimiento a la modernidad de la República Popular China que se encontraba aislada y marginada de la comunidad internacional en los años 70 y que gracias al apoyo de México logró su incorporación a las Naciones Unidas en 1972, de lo cual fui testigo de la historia.
Revisaré mis diversos viajes al Japón, país que después de la Segunda Guerra Mundial se levantó como Ave Fénix de las cenizas. Corea del Sur fue un punto de reunión en mis viajes que se perfiló después de la violencia como una potencia tecnológica de gran magnitud. La India la recordaré con especial visión gracias a la amistad personal con una gran mujer de Estado Indira Gandhi, mujer irrepetible, sencilla pero no ingenua quien nos abrió las puertas para conocer los secretos de la filosofía oriental. Muy especialmente a mi gurú y maestro Ramacrisma Saraty quien me predijo todo lo que haría en mi futuro, y todo se ha cumplido. Y más tarde comprendí que la India sería en el futuro un coloso incontenible y ejemplo de prosperidad. Vietnam no podrá faltar; país que visité contemplando las ruinas que después de una guerra injusta había quedado en escombros, pero no destrozaron su espíritu, actualmente es un ejemplo del impulso de poderosos proyectos tecnológicos con un crecimiento de su producto interno bruto de más del 5%.
Director del Ceestem