Los pueblos requieren inspirarse en algo grande, que no es otra cosa que su propia historia. Orgullosos de sus tradiciones y leyendas deben de conmemorar las luchas de quienes les legaron una patria grande orgullosa, un MÉXICO. Si México con mayúsculas.
El 5 de febrero pasado se celebró, en la histórica Ciudad de Querétaro en el Teatro de la República una ceremonia singular con la presencia de los tres poderes de la unión, recordaron el 108 aniversario de la Promulgación de nuestra Constitución General de la República de 1917. Ese día se presagiaban tempestades del exterior. La ceremonia fue soberana de un pueblo que no se espanta, orgulloso que no se arrodilla ante nadie. Tal vez están probando el sentimiento de unidad nacional. No deseamos que despierten al México bronco.
En días anteriores a la celebración de este evento escuchamos injurias, epítetos, amenazas, que mucho agravian el sentimiento y la dignidad de un pueblo noble y a su gobierno legítimo representante de las instituciones nacionales. Ante esto se requería serenidad, templanza y cabeza fría, porque con oído y rencor no se avanza.
La República tiene un centinela, y guardián de la república de lealtad probada: Nuestro Ejército Mexicano, al cual pertenezco, de acendrado patriotismo, en realidad es el pueblo uniformado, no duerme, no se cansa, del Río Bravo al Suchiate México se siente salvaguardado. Con lealtad y abnegación obedece las órdenes que emanan de su Comandanta Suprema quien con firmeza dirige los destinos de la nación.
Muy notable fue la presencia de un contingente vestido de gran gala con escolta y bandera, me refiero a nuestro Heroico Colegio Militar, heredero de las más puras tradiciones de lealtad y sacrificio cuando la patria se encuentra en peligro. Me hizo recordar que muy joven, casi niño ingresé a este Heroico plantel lo cual me enorgullece mucho, con la convicción de ser un soldado de la República, y lo sigo siendo.
En el recinto sonó una voz, digna y vigorosa, inspirada en los sentimientos de la nación de Morelos, pilar del primer proyecto constitucional de Apatzingán, del grito del pueblo Dolores de Don Miguel Hidalgo y Costilla que abolió la esclavitud, de la primera Constitución del México independiente de 1824, de los prolegómenos de la Constitución liberal de 1857, de don Benito Juárez, autor de la segunda independencia nacional, de la Constitución de 1917 y su artículo 39 base del valor supremo de los poderes de dimanan del pueblo y de la soberanía: Me refiero naturalmente a la Señora Presidenta de la República Claudia Sheinbaum Pardo, defendiendo el honor nacional, cuando afirmó: México no es colonia de nadie, somos un país libre, soberano, independiente, se resiste la amenaza, infructuosa.
“No permitiremos que se viole nuestra soberanía. Cooperación sí. Subordinación no. Colaboración sí. Sometimiento no. México está listo para encarar su destino”.
Otro acto de gran importancia que me estremeció fue la ceremonia del 112 aniversario de la Marcha de la lealtad en el Castillo de Chapultepec encabezada por la Señora Presidenta de la República, conmemorando aquel 9 de febrero de 1913 cuando los cadetes del Heroico Colegio Militar escoltaron en columna de honor al Presidente de la República apóstol de la democracia Francisco I. Madero hasta Palacio Nacional.
Ante una revuelta, preludio de un cuartelazo y golpe de Estado los jóvenes cadetes no titubearon y se resguardaron con especial lealtad al Presidente de la República. En dicho acto se escuchó la voz fuerte y vigorosa del actual Secretario de la Defensa Nacional general Ricardo Trevilla Trejo, habló como el mejor soldado de la República, exaltando el orgullo por la conducta de los alumnos del Heroico Colegio Militar ejemplo para la juventud actual.
Nuestras patrióticas fuerzas armadas no escuchan el canto de las sirenas ni Caballos de Troya, polkos ni quintacolumnistas, solo escuchan el clarín cuando son llamados a defender el honor de México.