Trump habla muy mal de México, los mexicanos y su gobierno, pero no de su Presidenta. A Claudia Sheinbaum la respeta y halaga, como a Bukele, Milei, Orban o Putin. Algunos —probablemente misóginos— lo atribuyen a ser mujer. Los propagandistas del obradorato, todavía enquistados en el gobierno y siempre listos para rendir tributo a su "dear leader”, lo adscriben a ser la heredera de López Obrador, tan amigo y tan parecido a Trump. Otros reconocen que la Presidenta ha establecido una relación propia con el mandatario estadounidense y ha sabido manejar una situación imposible. Unos más apuntan a una serie de concesiones del gobierno mexicano, extorsionado por el estadounidense con la amenaza recurrente de aranceles.
En un artículo recientemente publicado por The Atlantic, muy citado en los últimos días por la comentocracia, David Frum nos hizo la tarea de compilar demandas estadounidenses consentidas por el gobierno mexicano. Desde la asignación de 10 mil tropas de la Guardia Nacional para cuidar la frontera entre ambos países hasta la reducción de los intercambios con China, pasando por la recepción de deportados de EU, incluyendo a nacionales de terceros países, y una persecución más efectiva al crimen organizado. Unas anunciadas o reconocidas por México, otras por EU o filtradas a la prensa, unas más que se ha pretendido desvincular de las amenazas estadounidenses. Frum concluye que, pesar de las contradicciones con la retórica nacionalista a la que recurre frecuentemente, la presidenta Sheinbaum no paga un costo político interno por ceder ante EU porque no enfrenta contrapesos ni tampoco una oposición robusta. Pero tales concesiones —y las que faltan— ¿eran necesarias?
La única referencia relevante para un análisis comparativo es Canadá, porque disfruta de las mismas condiciones de acceso comercial a EU que México. Pues bien, el gobierno canadiense no ha hecho concesiones a Trump e, incluso, ha tomado represalias contra EU. Sin embargo, Canadá ha recibido las mismas amenazas, posposiciones y preferencias que nuestro país. Enfrenta los mismos aranceles que México, salvo en energía y fertilizantes. Si acaso, recibe mejor trato de Trump. Más aún, el Senado estadounidense aprobó un proyecto de ley que protegería a Canadá de los aranceles en el poco probable caso de sortear la cámara baja. No parece haber la menor intención de siquiera intentarlo con México. Así, no resulta muy difícil concluir que, independientemente de las concesiones mexicanas, Trump habría hecho lo mismo que ha hecho y que lo que amortiguó el golpe a México y Canadá en Liberation Day fue el T-MEC, no una negociación exitosa.
Algunos argumentarán que muchas de las cesiones a EU están alineadas con el interés nacional y, más aún, son necesarias para el país. Habrá, incluso, quienes den la bienvenida a las presiones de Trump para que el gobierno finalmente comience a enfrentar la inseguridad rampante que sufre el país. En todo caso, queda claro que la diferencia entre Canadá y México es que nuestros socios tenían a su país en orden, mientras que López Obrador dejó al nuestro en un estado de vulnerabilidad tal que era imposible no someterse a cualquier demanda estadounidense. Pero el problema con ceder ante un chantaje es que uno sabe cuándo empieza, pero no cuándo termina. Y esto apenas comienza.
Diplomático de carrera por 30 años, fue embajador en ONU-Ginebra, OEA y Países Bajos
@amb_lomonaco