En México, más de 97 millones de personas —es decir, más del 80% de quienes tienen más de seis años— usan teléfono celular. Solo entre 2020 y 2023 se sumaron 10 millones de nuevos usuarios, probablemente como efecto colateral de la pandemia.[1] Qué lejos estamos de aquel 1991, cuando el internet comenzó a estar disponible para el público. Desde entonces, el avance tecnológico ha sido vertiginoso. Hoy lo vivimos con la inteligencia artificial, cuyos beneficios y riesgos apenas empezamos a comprender.
Según datos oficiales, en México los principales usos de internet son: comunicación, redes sociales y entretenimiento. En este último rubro, hay un tema especialmente preocupante: la pornografía. Aunque poco se habla de ello, su consumo frecuente entre adolescentes se asocia con adicción, conductas violentas, dificultad para establecer relaciones sanas, y un mayor riesgo de extorsión o trata de personas.
A pesar de su potencial, el internet sigue siendo poco aprovechado para fines educativos, administrativos, científicos o comerciales. Esto plantea una pregunta necesaria: ¿qué nos hace falta para aprovechar de manera positiva el teléfono y la red?
Como toda herramienta, la tecnología puede ser muy útil, pero también entraña riesgos. Hoy ya no memorizamos los números telefónicos de nuestros seres queridos, no ubicamos la fecha sin mirar la pantalla del celular, y nos sentimos perdidos si no llevamos una app que nos guíe hasta nuestro destino. Incluso es común experimentar ansiedad si olvidamos el teléfono en casa. Y mientras tanto, muchos adolescentes —y no solo ellos— pasan horas frente a la pantalla, incluso durante la comida, reaccionando de inmediato a cada notificación que suena.
¿Cuándo el uso de la tecnología se convierte en un problema?
Aunque aún no existe un diagnóstico oficial para la adicción a dispositivos o tecnologías digitales, especialistas en salud mental han identificado patrones preocupantes, sobre todo en adolescentes. La Asociación Psiquiátrica Americana señala algunos síntomas del uso problemático de internet[2]:
- Incapacidad para controlar el tiempo o lugar de uso.
- Persistencia en su uso, a pesar de las consecuencias negativas.
- Pensamientos obsesivos sobre el acceso a internet o dispositivos.
- Síntomas de abstinencia como ansiedad o irritabilidad, cuando no se puede hacer uso de la tecnología.
- Necesidad de mayor tiempo de uso para obtener el mismo efecto.
- Alteraciones del sueño, fatiga visual, dolores de cabeza.
El uso excesivo de redes sociales se ha vinculado a problemas de autoestima, ansiedad y depresión, especialmente entre adolescentes mujeres. El abuso de videojuegos, por su parte, se relaciona con bajo rendimiento escolar, aislamiento, alteraciones del sueño[3] y, en algunos casos, comportamientos violentos. También puede aumentar el riesgo de desarrollar adicciones a sustancias.
Jonathan Haidt, autor del libro The Anxious Generation, analiza múltiples estudios que muestran cómo, tras la aparición del iPhone (2007) y la posibilidad de tomar selfies (Iphone 4, 2010), la infancia basada en el juego fue sustituida por una infancia centrada en el teléfono. Esta transformación, sostiene, ha contribuido al aumento de trastornos de ansiedad, depresión y suicidio adolescente.[4] Por ello, propone acciones como prohibir celulares en las escuelas, retrasar el acceso a smartphones hasta el bachillerato, evitar la sobreprotección en el entorno físico y fortalecer la supervisión en el entorno digital.
¿Celular en las escuelas?
En los últimos años se ha reavivado el debate sobre el uso del celular en entornos escolares. Francia, por ejemplo, extendió en 2018 su legislación al respecto y ha promovido la “pausa digital” durante la jornada escolar, con el fin de mejorar la concentración, la convivencia y el aprendizaje.[5]
Según los resultados de PISA 2022 —una evaluación internacional coordinada por la OCDE—, los estudiantes de 15 años que usan dispositivos digitales con fines educativos de forma moderada tienden a tener mejores resultados y mayor sentido de pertenencia escolar. En cambio, quienes los utilizan con fines recreativos por más de una hora diaria presentan un menor desempeño académico.[6]
El sentido común nos indica que las escuelas deben ser un espacio libre de distracciones digitales, donde niñas, niños y adolescentes puedan aprender a socializar, jugar y concentrarse. Esto no implica excluir por completo la tecnología, sino integrarla de manera intencional, equilibrada y pedagógicamente significativa.
¿Cómo prevenir la adicción a la tecnología en casa?[7]
La prevención comienza en casa, con hábitos claros y el ejemplo por parte de madres, padres y cuidadores. Algunas recomendaciones clave son:
- Establecer límites de tiempo según la edad:
- Crear momentos y espacios sin pantallas: comidas, dormitorios, reuniones familiares.
- Fomentar actividades físicas (caminatas, deportes) y recreativas (lectura, juegos de mesa).
- Mantener los dispositivos fuera del dormitorio en la noche para favorecer el descanso.
- Respetar las horas de sueño según la edad.
- Reflexionar antes de dar un celular: ¿realmente lo necesita? ¿Puede usar uno que no sea inteligente?
- Acompañar el acceso a redes sociales, tomando en cuenta que la edad mínima legal en México es de 13 años, además de las características personales del adolescente en cuestión.
- Elegir contenidos de calidad y compartirlos en familia.
- Conversar sobre los riesgos del mundo digital: ciberacoso, sexting, grooming, suplantación de identidad.
- Configurar controles parentales y privacidad en redes sociales.
- Revisar la clasificación de los videojuegos para asegurar que sean apropiados para su edad.[8]
La tecnología llegó para quedarse. Pero no es un fin en sí mismo, sino una herramienta que puede potenciar el aprendizaje, la comunicación y la productividad si se usa con criterio. Hoy más que nunca, madres, padres y cuidadores debemos reflexionar sobre nuestro propio uso de la tecnología, para poder guiar con el ejemplo. Solo así podremos acompañar a nuestras hijas e hijos en un uso responsable, consciente y saludable del mundo digital.
Fundador del Centro de Estudios Superiores Monte Fénix
[1] De Inversiones En Telecomunicaciones, O. P. (n.d.). ¿Cuántas personas usan Internet en México? gob.mx. https://www.gob.mx/promtel/articulos/digitalizacion-en-mexico-el-aumento-del-uso-de-internet-y-dispositivos-tecnologicos-en-2023
[2] Adicción a la tecnología: redes sociales, juegos en línea, y más. (n.d.). https://www.psychiatry.org/patients-families/la-salud-mental/adiccion-a-la-tecnologia-redes-sociales-juegos-en
[3] Haidt, Jonathan. The Anxious Generation: How the Great Rewiring of Childhood Is Causing an Epidemic of Mental Illness. Penguin Press, 2024.
[4] Haidt, Jonathan. The Anxious Generation: How the Great Rewiring of Childhood Is Causing an Epidemic of Mental Illness. Penguin Press, 2024.
[5]https://www.infobae.com/tecno/2025/04/12/por-que-francia-prohibio-por-completo-los-celulares-en-las-escuelas-del-locker-no-puede-salir/
[6] ProFuturo. (2024). Estudiantes y pantallas. Qué dice PISA. Tendencias. Retrieved July 7, 2025, from https://profuturo.education/observatorio/tendencias/estudiantes-y-pantallas-que-dice-pisa/
[7] https://www.healthychildren.org/Spanish/family-life/Media/Paginas/healthy-digital-media-use-habits-for-babies-toddlers-preschoolers.aspx
[8] https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5606047&fecha=27/11/2020#gsc.tab=0