Nació el 13 de Mayo de 1924 en Florencia, Italia. Fue hijo único de una familia con recursos, lo cual le permitió acudir a buenas escuelas, viajar por toda Europa, conocer diversas culturas y aprender, además de su natal italiano, inglés, francés, alemán y, en su formación preparatoriana, el griego y latín.

Solía decir que era poliglota y afortunado porque tuvo oportunidades que aprovechó desde niño para que su oído fuera receptivo, lo que implicó que en el futuro pudiera leer a los autores clásicos de la filosofía en los idiomas en los que estos escribieron sus textos. Era muy desconfiado de las traducciones ya que pensaba que, en muchos casos, se traducía mal y con ello se desnaturalizaba el sentido de las ideas y los conceptos, haciendo eco de la expresión muy italiana “traduttore, traditore”.

Decía que la politeia de Aristóteles era traducida la mayoría de las veces con la palabra Constitución en el sentido moderno de la expresión, lo cual rechazaba contundentemente porque en su connotación y denotación no tenía nada que ver una palabra con la otra. Comentaba que el propio Aristóteles utilizaba la misma palabra para referir significados diferentes relativos al espacio público o, incluso, a la buena ciudad que era gobernada por buenas leyes.

Estudió filosofía y teoría del Estado en la Universidad de Florencia, en donde se graduó de Doctor siendo muy joven. Durante la Segunda Guerra Mundial fue llamado por el gobierno fascista para ser reclutado en las filas del ejército de Mussolini, a lo que el joven Sartori se negó y evito a toda costa, escondiéndose en un sótano de una casa de campo de una familia amiga en la Toscana italiana.

Gracias a este incidente de vida, Sartori se dedicó a leer y a interesarse por la filosofía, toda vez que en aquel sótano había una amplia biblioteca compuesta básicamente por textos de ciencias sociales. Recuerdo que me decía que no había nada más que hacer que leer, comer dos veces al día y dormir, por lo que de esta manera se volvió experto en Hegel, lo cual al término de la guerra le permitió encontrar trabajo como profesor en la Universidad de Florencia.

En estricto sentido, ¡Sartori fue un autodidacta!, por lo que en esta parte de su historia de vida vale recordar el pensamiento de Ortega Y Gasset que le aplicó a su propia experiencia de vida: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.

A este autor español le tenía gran admiración y recuerdo que lo refería con gran respeto al igual que a Maquivelo: “It’s an splendid intelligence.”

En sus inicios académicos se le fueron abriendo espacios en la docencia ante la falta de profesores, sea porque estos fueron encarcelados al haber pertenecido al ejército fascista, o bien porque en ese momento nadie mejor que Sartori conocía la obra hegeliana entre los integrantes de la planta docente, de ahí que fuera reconocido cómo un joven prodigio. También, porque tuvo a un profesor que lo formó e impulsó a seguir una carrera académica, Pompeo Biondi, un jurista converso a los temas de la política.

Según me comentó, todo fue circunstancial porque en una reunión directiva para designar a nuevos profesores, uno de los académicos importantes sugirió el nombre de Giovanni Spadolini para la cátedra de Teoría del Estado, a lo que Pompeo Biondi inmediatamente propuso a otro Giovanni para Historia de la Filosofía… Le causaba hilaridad la anécdota porque fue parte de un juego de egos entre dos profesores relevantes, cada uno con su candidato.

Paradójicamente, ambos se hicieron buenos amigos: Spadolini con el tiempo ocupó los cargos más importantes del gobierno, mientras que Sartori fue reconocido cómo el fundador de la Ciencia Política en Italia y uno de los teóricos de la democracia más influyentes en la literatura contemporánea occidental. Por lo pronto, es el autor de la ciencia política moderna que mantiene el mayor número de traducciones en el tema de la democracia, en más de 30 idiomas. En su haber publicó 43 libros, de los cuales, al menos,cuatro se volvieron clásicos: Partidos y sistemas de partido, Teoría de la democracia revisitada, Ingeniería Constitucional y Homo Videns.

Empezó en el campo de la filosofía pero se fue moviendo gradualmente hacia el estudio científico de la política, hasta crear la Cesaré Alfiere, que es la actual escuela de ciencia política en la Universidad de Florencia. Fundó un nuevo currículo de materias, temas de estudio e investigación y, lo más importante, logró crear una escuela con su propia planta docente y plan de estudios.

Su perfecto inglés así como la obra que publicó de manera precoz con aprecio internacional, le permitió ser conocido y reconocido en las universidades inglesas y norteamericanas de las que frecuentemente era invitado cómo profesor visitante, dando clases en Harvard, Yale, Stanford y, finalmente, en la Columbia University, en donde fue distinguido cómo Profesor Emérito en 1994. El haber terminado su ciclo académico en los EUA fue otro evento fortuito, ya que previamente había sido invitado a dar clases con una posición permanente en Oxford University.

Fue designado Profesor Emérito por la Universidad de Florencia de manera prematura, en los inicios de sus años cincuentas, esto le posibilitó migrar a otras instituciones, para tomar distancia de Italia y seguir escribiendo los temas de su interés. En este proceso fue invitado a formar parte del claustro académico de la Oxford University que, como institución con prácticas medievales, tenía que pasar por un procedimiento de deliberación y votación del colegio de profesores de ciencia política que llevaría varios meses, siendo que en este lapso el Instituto Hoover de la Stanford University se anticipó ofreciéndole un espacio inmediato y mayores incentivos académicos para realizar, principalmente, proyectos de investigación, que es lo que deseaba hacer Sartori. Y de esta manera cruzó el Atlántico para pasar varios años y concluir su carrera académica en los EUA.

Si bien es cierto que Sartori empezó cómo filosofo de la política, sus áreas de especialidad se concentraron en tres rubros: epistemología, teoría política y política comparada. Al final de su vida, dejó a un lado los grandes tratados abstractos y eruditos y se dedicó a publicar ensayos más ligeros y de difusión más amplia, en donde trataba temas de coyuntura para hacer sonar alarmas en donde veía riesgos potenciales para la democracia liberal, como son los medios de comunicación y las redes sociales dentro del proceso de formación de la opinión pública para la toma de decisiones colectivas, el cambio climático, las migraciones descontroladas y el fundamentalismo religioso de cualquier credo.

Fue un crítico feroz de Berlusconi, a quien apodó como el Sultán, encontrando muchos seguidores que veían en su pluma la defensa de los valores de la república, la civilidad y la democracia italiana.

SARTORI Y MÉXICO

El profesor Sartori siempre tuvo un especial interés por analizar el caso del sistema político de México, al que estudió y clasificó con distintas categorías en la conformación de su teoría, creando una tipología del sistema de partidos que sigue siendo vigente.

A diferencia de Vargas Llosa, nunca pensó que México fuera una dictadura perfecta con el PRI, partido que duró de manera ininterrumpida 70 años en el poder. Ni siquiera lo etiqueto como partido de Estado. A él le debemos el término de partido hegemónico que actuó en un sistema político autoritario, no democrático, pero no una dictadura. Las palabras son importantes para definir, explicar y entender el significado de las cosas. Si bien no fuimos una democracia la mayor parte del siglo XX, a diferencia de casi la totalidad de los países de Latinoamérica tampoco fuimos una dictadura caracterizada por golpes de estado. Todo lo contrario, hemos tenido fuerzas armadas institucionales que nos han dado estabilidad y seguridad durante todo el proceso de nuestra transición a la democracia.

Para Sartori hay dos tipos de sistemas de partidos: los no competitivos y no democráticos por un lado, y los competitivos que pertenecen a la democracia liberal, por el otro.

En el primer caso hay dos tipos de partido: el partido único o de Estado y el partido hegemónico. En este último criterio identificó al antiguo PRI, en donde básicamente no habían reglas ni arbitro, ni juego electoral que presupusiera imparcialidad y equidad para que los partidos contendientes participaran en una competencia que reconociera legítimamente al ganador de una elección. Las reglas estaban hechas para que siempre ganara un partido determinado.

En los sistemas competitivos, clasificó al partido predominante, bipartidista, de pluralismo limitado, pluralismo extremo y atomización. En todos estos casos hay reglas electorales que permiten tener elecciones imparciales y competitivas entre los participantes.

De este modo, y bajo la óptica de Sartori, a través de varias reformas electorales graduales y sucesivas iniciadas principalmente en 1977, México pasó a formar parte de un sistema de partidos democrático con reglas y autoridades electorales que garantizan elecciones competitivas, imparciales y equitativas. Este es uno de los elementos relevantes de nuestra transición que hemos mantenido exitosamente al día de hoy.

Con la publicación de su libro Ingeniería Constitucional Comparada en 1994, ofreció un segundo análisis sobre la transición democrática de México, en donde sugirió hacer determinadas reformas constitucionales para consolidar la transición que pasaba principalmente por el campo electoral, pero no así por la estructura del ejercicio del poder público. En otras palabras planteó la necesidad de impulsar un nuevo acuerdo constitucional para hacer más eficaz y disciplinada la colaboración entre los poderes legislativo y ejecutivo a fin de evitar la posible parálisis de gobierno frente a los posibles escenarios de tener gobiernos divididos dentro de un sistema presidencial.

A diferencia de otros académicos y políticos, se pronunció por afinar ciertas reglas de cooperación entre los poderes públicos, manteniendo el sistema presidencial, no así los gobiernos de coalición, entre otras razones porque forman parte de un sistema totalmente ajeno a nuestras practicas institucionales y esto sería dar un salto al vacío, a lo desconocido y más aún, porque no se cuenta con los partidos que tienen los sistemas parlamentarios consolidados como es el caso de Inglaterra. Al igual que Walter Bagehot, pensaba que son sistemas creados y diseñados para un determinado sistema político con características muy diferentes a las que tenemos y hemos tenido desde que somos república independiente.

Por sus aportaciones teóricas a la democracia, a la defensa de la libertades y a la transición política de México, fue merecedor al Doctorado Honoris Causa por la UNAM en 2007, que recibió de las manos del entonces rector, el doctor Juan Ramón de la Fuente, y posteriormente fue galardonado con la medalla del Águila Azteca otorgado por el gobierno de México en 2015.

En el centenario de su natalicio vale la pena volver a leer y recordar a Giovanni Sartori, pensador valiente, riguroso, provocador y vigente en la defensa y promoción de los sistemas de gobierno democráticos, los mismos que nos han garantizado libertad, igualdad, civilidad y de dignidad a todas los integrantes del demos políticamente organizado.

Como sucede con otros autores referenciales, el mejor homenaje póstumo que podemos hacer al legado de un pensador universal y atemporal, es leer su obra para reflexionar, criticar o tal vez refutar sus tesis para superar su pesimismo en ocasiones catastrofista sobre el futuro. Hasta en tanto no suceda, sus conceptos y alertas nos recuerdan lo frágiles que somos frente a los riesgos del presente.

Cónsul General de México en Nueva York.

@Jorge_IslaLo

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