En una era de esplendor que marcó un antes y un después en la industria cinematográfica del país, que describía el México mágico y surrealista en las caracterizaciones de Pedro Infante, Cantinflas, Jorge Negrete, María Félix entre otros grandes, todos ellos compartieron un vínculo muy especial: formaron parte de la época dorada del cine en México. Todos ellos fueron responsables de presentar la construcción de una sociedad post revolucionaria que se empezaba a abrir al mundo gradual y lentamente.
Conocida también como la Época de Oro del Cine Mexicano, dio cuenta en relatos sencillos, de la narrativa de un México que migraba de ser un país esencialmente rural a uno urbano, que describían muy bien el carácter y temperamento del Mexicano y su entorno.
Las actuaciones de Pedro Infante así como los famosos diálogos sin sentido de Cantinflas eran ampliamente conocidos. Se admiraba la actuación de los hermanos Soler, Tin Tan y de Joaquín Pardavé. Y es que para México, esta época representó un parteaguas en la manera de producir, actuar y consumir el cine.
Fue en esta etapa en donde “lo mexicano” en general era ser macho tratándose de personajes masculinos, que hacían valer su autoridad por medio de la valentía y el arrojo, más que por la persuasión y las ideas. Tal vez de ahí nació el estereotipo de un hombre proclive a la violencia y al abuso del alcohol con licencia para ser mujeriego.
Actualmente y hasta el día 8 de agosto, en el teatro Walter Reade del Lincoln Center se ofrece una retrospectiva de 22 películas de los años cuarenta hasta los sesenta. La serie ofrece al público de Nueva York la oportunidad de experimentar la inmensa diversidad de este periodo único de la historia del cine mexicano en la pantalla grande.
Los organizadores Cecilia Barrionueve y Tyler Wilson, ambos miembros del comité de programas para la selección en Lincoln Center, quisieron destacar una colección insólita que incluye variantes de género como la comedia ranchera, los melodramas de espionaje, variantes de cine negro y la farsa grotesca, entre otras. La colección también destaca las obras fundamentales de los directores más apreciados de la época como lo fueron Roberto Gavaldón, Emilio Fernández y Julio Bracho.
Cada película pertenece al periodo en el que la producción estaba exenta de efectos especiales. Una dirección más enfocada en la escena que en la edición, un juego de luces y sonido primitivo e ingenuo así como una actuación más teatral eran el conjunto que cautivaban y entretenían a las audiencias.
La belleza de los protagonistas era menos platónica, más natural. Se trataba de un deleite de entretenimiento que aún no se corrompía con el constante bombardeo de información e imagen que la tecnología de la actualidad ha impregnado en la forma de concebir el séptimo arte.
El reconocido crítico cineasta mexicano, Carlos Aguilar, miembro de la Asociación de Críticos de Cine en Los Ángeles (LAFCA por sus siglas en inglés), a razón de la serie expuesta en Lincoln Center, publicó en The New York Times una oda a la proliferante época dorada del cine en México, afirma que la producción de la época rivalizaba con el sistema de Hollywood en calidad y variedad.
Ver una película del cine de oro mexicano hoy en día es más que un entretenimiento. Como lo afirma Aguilar, la visión de esta colección expande el entendimiento de la evolución cinematográfica de la cultura mexicana. Lo que es más, las filmaciones conllevan un reflejo sociocultural y, en algunos casos, un tono de crítica social a la realidad de México en la época. Cintas como Los tres García, El rey del barrio o La noche avanza, entre muchas otras, expresaron los valores y temores que ordenaban socialmente esas décadas. A su vez, estas historias tuvieron una gran influencia en la sociedad mexicana al perpetuar estereotipos y normalizar actitudes que caracterizaban a los protagonistas.
La disparidad de género, así como el trato acordado según el estatus social y las enormes discrepancias económicas son algunos ejemplos que encontramos en estas obras y que subsistieron más allá de las pantallas.
El cine mexicano ha atravesado una profunda transformación desde entonces. Sin embargo, lo que define una época dorada es la manera en que sus obras emblemáticas han dejado una marca indeleble en la forma de concebir el cine.
Las producciones de este periodo continúan siendo referencia e inspiración para cineastas y actores nacionales e internacionales. México continúa valorando con afecto a las grandes figuras y sus creaciones que han permitido preservar nuestras raíces, creencias y valores. Ahora por medio de la tecnología podemos apreciar en NY, la gran talento de nuestro mejor momento cinematográfico.
Cónsul General de México en NY.
@Jorge_IsalsLo