"El culto a la vida, si de verdad es profundo y total,
es también culto a la muerte. Ambas son inseparables.
Una civilización que niega a la muerte acaba por negar a la vida”.
Octavio Paz.
El Día de Muertos representa una de las festividades más significativas en México y, desde mi perspectiva, es una de las más hermosas. Esta celebración destaca no solo la importancia de honrar a los seres queridos fallecidos, sino que también refleja la riqueza de la identidad y la cultura de México.
El origen de esta festividad se remonta a la época prehispánica, donde las civilizaciones indígenas celebraban rituales para recordar a sus difuntos. Estas tradiciones se fusionaron con las creencias y prácticas católicas que trajeron los colonizadores españoles. Así, nació una celebración única, que incorpora elementos indígenas e hispanos, reflejando el mestizaje cultural que define a México. Es una celebración del recuerdo y es un ritual que pone el énfasis en la memoria. Es parte de nuestro sincretismo qué es único y singular.
Celebramos los días 1 y 2 de noviembre, que coinciden con la celebración católica del Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos. Las familias mexicanas crean altares adornados con ofrendas de comida, bebida, flores y objetos personales para recordar a sus seres queridos. Durante estos días, los espíritus de nuestros familiares regresan al mundo de los vivos para reunirse con nosotros y disfrutar de la fiesta y compañía. Una compañía imaginaria.
El Día de Muertos también es una expresión de la identidad mexicana. A través de la comida, la música, las calaveras de azúcar y las coloridas ofrendas, se refuerza la conexión entre las generaciones pasadas y presentes. Además, las representaciones artísticas de la muerte, como la famosa "Catrina" de José Guadalupe Posada, demuestran la relación singular, y en ocasiones humorística, que los mexicanos tenemos con la muerte. Es un humor de júbilo por los nuestros que regresan, no es burla o sarcasmo porque se van o se fueron.
En NY, donde reside una importante diáspora mexicana, el Día de Muertos se ha convertido en una celebración cada vez más significativa. En ciudades con una gran población de origen mexicano como lo es Manhattan, se organizan desfiles y festivales que buscan mantener viva esta tradición cultural. Esto no solo brinda a los migrantes mexicanos un vínculo con su tierra de origen, sino que también permite a otras comunidades aprender sobre la riqueza de la cultura mexicana.
El día de ayer iniciamos los festejos de Día de Muertos en Nueva York. En el corazón de Manhattan, en la explanada de Times Square, se exhiben 6 catrinas monumentales. Con un gran detalle y habilidad artística, las piezas dan testimonio de los colores y alegría de las tradiciones mexicanas. Se dio una fiesta con música y folclor, que obligaba a todos los visitantes a voltear la mirada y a tomar fotografías.
Con mayor impacto, a las 6 de la tarde del día de ayer realizamos una procesión que inició en la calle 54 y Broadway. Por segunda ocasión, miles de catrinas y catrines marcharon por las calles de la Ciudad de Nueva York demostrando orgullo hacia sus tradiciones y enalteciendo la presencia de México en el exterior. Entre risas de niñas y niños con coloridos disfraces, los cantos por México vibraron en el corazón de las familias participantes. Durante la próxima semana tendremos más festividades para conmemorar el Día de Muertos, dándole a los mexicanos la oportunidad de formar parte de sus tradiciones milenarias y de honrar su identidad multicultural.
En NY, las familias mexicanas también anhelan celebrar sus festividades tradicionales. Esperan la reunificación espiritual con sus familiares, y la visualización de sus memorias.
Esta festividad es un recordatorio de que la cultura no tiene fronteras. A través de esta celebración, los mexicanos en el país y en el extranjero demuestran su compromiso con la preservación de sus tradiciones y raíces. Cuando conmemoramos el Día de Muertos, no vemos la muerte como una ausencia, sino como una presencia viva, que nos ayuda a recordar a nuestros seres queridos con alegría y cariño. Con nostalgia y anhelo.