«Su amor no daña, tu odio sí»
Anónimo.
En julio se celebra el Mes del Orgullo LGBTTTQ+ en memoria de los disturbios de Stonewall (Greenwich Village, Nueva York) donde la policía neoyorquina allanó el bar de ambiente gay del número 53 de la calle de Christopher Street, la madrugada del viernes 28 de junio de 1969. Días antes, los uniformados habían emprendido distintas redadas en locales cercanos, pero a diferencia de veces anteriores, en esta ocasión las 200 personas integrantes de la diversidad sexual que se encontraban en el establecimiento decidieron confrontar a los policías. Para algunos, aquella noche fue la primera vez que se defendieron de los abusos que vivían por su forma de ser y por su orientación sexual. Un año después, un grupo de personas se reunieron en el bar para conmemorar los acontecimientos y marchar rumbo a Central Park. Dicha manifestación se convirtió en la primera fiesta del Orgullo Lésbico Gay. Años más tarde, esta marcha comenzó a replicarse en otras ciudades del mundo como: São Paulo, Manila, Buenos Aires, Madrid y la Ciudad de México, donde en los últimos años se han dado avances importantes en los derechos de los integrantes de la comunidad de la diversidad sexual, que son el resultado de décadas de lucha por incorporar en la legislación el reconocimiento de sus derechos y la no discriminación, aunque sea de manera parcial, pero con grandes y relevantes avances.
Observamos que hoy, como quizá nunca antes, para las nuevas generaciones es muy importante el reconocimiento y respeto a su identidad sexo genérica. Es común encontrar incomprensión y rechazo entre algunos de mis contemporáneos, algunos se escudan en la pureza del lenguaje, sin reconocer que ahí ocultan su propia y mal entendida pureza. El colmo es que hay quienes regatean el uso femenino en la palabra presidenta, ahora que por primera vez tenemos una, cuando el concepto está consignado en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española desde el siglo XIX. Mi respuesta a quienes se resisten reaccionariamente ha sido sistemática: hay que abrir los poros, hay que respaldar a nuestras y nuestros descendientes que exigen ese reconocimiento y ese respeto.
Una forma de aproximarnos y solidarizarnos con las causas del movimiento de la diversidad sexual es promover la lectura de algunos textos que nos pueden hacer mejores personas. Para empezar por la literatura, solo mencionaré una serie de autores imperdibles, sin pretender ser universal, solo sesgado por mis gustos: tenemos a Federico García Lorca y su “Poeta en Nueva York”; a Patricia Highsmith, quien bajo el seudónimo de Claire Morgan escribió una historia de amor entre dos mujeres llamada “Carol” o “El precio de la sal”; pero también tenemos a Constantino Cavafis, Luis Cernuda, Gloria Fuertes, Virginia Woolf, Truman Capote, Oscar Wilde, Arthur Rimbaud, Tenessee Williams, Jean Genet, Salvador Novo, Luis Zapata, Nancy Cárdenas… y así hasta el infinito.
La celebración del Mes del Orgullo es una excelente oportunidad para reflexionar sobre el papel y la relevancia de las personas que forman parte de la comunidad LGBTTTQ+. No importa la preferencia sexual, el color de piel, religión, ideología o gustos, todos somos seres humanos que tenemos el mismo origen y el mismo destino.