«Si el corazón pudiera pensar, se detendría.»

Fernando Pessoa

El corazón bombea sangre rica en oxígeno al cuerpo y recoge sangre con bajo contenido de oxígeno para enviarla a los pulmones. De esta forma, mantiene la circulación sanguínea y el intercambio de gases en el organismo. Irriga todo el cuerpo con la cantidad correcta y con la frecuencia necesaria para que funcione bien. Además, permite eliminar el dióxido de carbono no deseado. Late entre el pasado y el futuro, llevando un ritmo regular mientras todo permanezca en el justo equilibrio del individuo. Muchos poetas, músicos y trovadores han declamado odas al corazón, no solo de las personas, sino también de los animales, y hay quienes se atreven a imaginar que todos los seres sintientes tienen corazón. Abundan también los refranes populares que hacen referencia a este órgano vital, como: «cuando el corazón habla, las palabras sobran», «ojos que no ven, corazón que no siente» y «donde el corazón se inclina, el pie camina», por mencionar algunos.

La doctora Gabriela Borrayo Sánchez, especialista en cardiología de la UNAM, creó el “Código Infarto” del IMSS en 2015 y fue en el Hospital de Cardiología del Centro Médico Nacional Siglo XXI donde se implementó por primera vez esa estrategia. Desde entonces y hasta la actualidad ha transformado la respuesta médica ante infartos agudos de miocardio o al miocardio, reduciendo significativamente la mortalidad y mejorando la calidad de vida de los pacientes. Antes de la adopción de este protocolo, la tasa de mortalidad por infarto agudo en el IMSS alcanzaba el 26%. Con la introducción de esta estrategia, dicha tasa se redujo al 8%, equiparándose a los promedios de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Este logro es resultado de la atención médica oportuna y coordinada que ofrece el protocolo, garantizando que los pacientes reciban tratamiento en los momentos críticos.

El “Código Infarto” se activa cuando un paciente presenta síntomas como dolor en el pecho, dificultad para respirar o desmayos. El objetivo es que, en los primeros 30 minutos, se administre un medicamento intravenoso para disolver el coágulo que obstruye las arterias coronarias o, en su defecto, restablecer el flujo sanguíneo en menos de 90 minutos mediante la colocación de una malla en la arteria afectada. Esta rápida intervención es crucial para minimizar el daño al corazón y aumentar las probabilidades de supervivencia.

Capacitar al personal médico es un pilar fundamental de esta estrategia. Hasta la fecha, se han formado cerca de 50 mil profesionales de la salud en los protocolos de atención integral, con un énfasis especial en el “Código Infarto”. Esta preparación asegura que médicos, enfermeras y demás personal estén equipados con los conocimientos y habilidades necesarios para actuar de manera eficiente ante una emergencia cardíaca. La expansión del “Código Infarto” ha sido notable. Inicialmente implementado en unidades de alta especialidad, su alcance se ha extendido a 23 representaciones estatales, incluyendo 11 Unidades Médicas de Alta Especialidad, 182 hospitales y 151 Unidades de Medicina Familiar. Este crecimiento ha permitido que más de 44 millones de derechohabientes tengan acceso a una atención de calidad en casos de infarto.

Un caso reciente en Yucatán ejemplifica el impacto positivo de esta estrategia. Un paciente de 35 años fue atendido exitosamente en la Unidad de Medicina Familiar No. 20 gracias a la pronta activación del “Código Infarto”. La rápida intervención del personal médico y la aplicación del tratamiento adecuado permitieron salvar la vida del paciente, demostrando que, incluso en unidades con infraestructura limitada, la capacitación y el protocolo pueden marcar la diferencia.

Además de la atención inmediata, el “Código Infarto” contempla la rehabilitación cardíaca temprana, iniciando entre las primeras 24 y 48 horas posteriores al evento. Este enfoque integral no solo busca salvar vidas durante el infarto, sino también garantizar una recuperación óptima y prevenir futuros eventos cardíacos.

En conclusión, el “Código Infarto” del IMSS ha revolucionado la atención de emergencias cardiovasculares en México. Su enfoque en la rapidez de diagnóstico y tratamiento, sumado a la capacitación constante del personal y la expansión de su cobertura, ha resultado en una disminución significativa de la mortalidad por infarto. Este protocolo no solo salva vidas, sino que también establece un estándar de atención médica que otras instituciones podrían adoptar para mejorar la salud cardiovascular a nivel nacional.

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