La Fórmula 1 se cimbró la semana pasada con el anuncio por parte de la FIA de que después de revisar los gastos de la temporada pasada de cada uno de los 10 equipos que compiten en la máxima categoría, tres fueron los que infringieron la normativa, siendo Red Bull, Aston Martin y Williams los señalados. Los últimos son inculpados por errores procesales, en tanto que el primero es acusado de superar el tope presupuestal, en donde todo el mundo (Ferrari y Mercedes) ahora espera que caiga la guillotina sobre el equipo ganador del título de pilotos.
Se habla que las sanciones que Red Bull podría enfrentar podrían ir desde una amonestación pública, deducción de puntos en la clasificación de constructores o incluso pilotos, así como la exclusión de eventos, restricciones en pruebas aerodinámicas o una multa económica. Sin embargo, la FIA fue cuidadosa al señalar que el equipo dirigido por Christian Horner habría cometido un “exceso menor de gastos”, lo cual no le quitaría el campeonato al neerlandés Max Verstappen.
Es claro que en el llamado “estanque de pirañas” como es conocida la Fórmula 1, la trampa o dicho de otro modo, los excesos técnicos o de presupuesto de los equipos de carreras” ha sido parte de la historia misma del Gran Circo. Obviamente no estoy diciendo que Red Bull haya hecho trampa y ha sido la propia escudería la que se ha declarado escandalizada al respecto: “Lo vemos con sorpresa y decepción. Necesitamos revisar cuidadosamente los hallazgos de la FIA porque creemos que nuestros gastos estuvieron por debajo del límite”.
Claramente Ferrari y Mercedes han saltado al acecho , y de hecho el equipo alemán al mando de Toto Wolff ha ido más allá, amenazando incluso con que si a Red Bull no se le sanciona duramente, ellos infringirán el tope presupuestal en 2023 pagando la multa que se le aplique a RB. Ferrari tampoco se ha quedado callado y apunta a la legalidad de todos los equipos.
Pero como decimos en México y Latinoamérica: “todos tienen cola que les pisen”, y no hay que ir demasiado lejos para observarlo. Ferrari intentó en 2019 hacer trampa con un motor que inyectaba más combustible en las rectas y por lo cual era súper veloz. El asunto terminó en tribunales pero tanto la FIA como Ferrari decidieron de manera inexplicable arreglar el asunto “internamente”. Y Mercedes, a las flechas de plata prácticamente nadie les ha recordado la multa que recibieron en 2013 cuando hicieron un test ilegal de mil kms, pruebas que a la postre les dieron la supremacía en 2014 con la ventaja más grande en más de dos décadas.
De espionaje ni hablamos, con el probado espionaje de McLaren a Ferrari que derivó en la resta de todos los puntos del campeonato de constructores al equipo inglés en 2007, o la llamada ‘suspensión activa’ de Williams en 1994 que le dio la supremacía de 1991 y 1993.
La FIA y su presidente Mohammed ben Sulayem debe sacudir a la máxima categoría, sino quiere que la F1 se vuelva una guerra sin cuartel en donde nadie respete las reglas, en una categoría claramente dominada también por egos y personalidades. Ya es hora.