No dice frases inspiradoras, no habla de su relación con Dios, no patrocina (que se sepa) obras de caridad, no tiene una vida de rock star cuando se quita el overol, pero dentro de la pista es letal, un killer, rápido como él solo, pero sobre todo, capaz de ganar y llevarse poles position sin tener el mejor auto de la parrilla. Eso sólo Ayrton Senna sabía hacerlo, y hoy también Max Verstappen.

Lo visto en la sesión de calificación del Gran Premio de Inglaterra este fin de semana en el circuito de Silverstone, lugar donde la Fórmula 1 vivió su primera carrera hace 75 años, deja claro una vez más que el neerlandés cuatro veces campeón del mundo es la personificación en pista de lo que el brasileño era capaz de hacer casi 40 años.

Y es que si bien Max, al igual que figuras como Michael Schumacher (quien eventualmente también sabía sacarle jugo a autos no tan competitivos), Lewis Hamilton, Sebastian Vettel o el mismo Senna, se convirtieron en aplanadoras, lo hicieron al mando de los mejores autos de sus respectivos campeonatos, tal como lo fueron el McLaren MP4/4, el Ferrari F2003, el Mercedes W10, o los Red Bull 9 y 19. Es entonces cuando con coches claramente inferiores a los dominantes, que sólo pocos pilotos son capaces de escribir páginas realmente doradas en el Gran Circo.

Cuando Ayrton irrumpió en la máxima categoría en 1984, pronto mostró su valía como piloto de élite, ubicando autos como Toleman o Lotus no sólo en los puntos, sino en el podio. Tan sólo en su segundo y tercer años en F1, ya en el equipo Lotus, Senna sumó 15 poles y cuatro victorias con el cuarto mejor auto de la parrilla, por debajo de los McLaren, Ferrari y Williams. Ya no se diga cuando al mando del mejor auto firmó en cuatro años 44 poles y 27 victorias, cuando las temporadas eran de 16 Grandes Premios.

Esta temporada, con un decaimiento en el rendimiento del auto, el RB21 no se ve que sea la herramienta con la que Verstappen se convierta en pentacampeón. Aun así, con el cuarto mejor coche de la parrilla, diseñado en torno a él desde su llegada a la escudería austriaca en 2015, ha logrado cuatro poles y cinco victorias, siendo una amenaza a los dominantes McLaren.

Este será quizás el año en el que Max no quede campeón, pero definitivamente en el que elevará aún más sus bonos como piloto por lo que muestra que puede hacer con un coche inferior. Un año que lo eleva ya al nivel de Senna en pilotaje. Porque Max no será una figura mítica como el brasileño caído en Imola en 1994, pero sí un monstruo de las pistas.

No por nada el rumor de su partida de Red Bull ha sacudido en gran medida el juego de las sillas hacia 2026, y en donde Toto Wolff no podría aunque quisiera, guardar su lealtad al noble George Russell, o con Aston Martin poniendo sobre la mesa el mejor salario en la historia de la F1 y de paso mandar a casa al hijo del principal accionista. Max reina y sólo él decidirá en dónde quiere seguir haciéndolo, en otro equipo o en Red Bull.

@jorgedialogante

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