La resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de declarar la invalidez de la modificación de cuatro leyes secundarias que establecen la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, al considerar que vulnera el artículo 21 constitucional, podría representar el mayor revés para el Presidente desde que tomó Palacio Nacional y tal vez una confrontación más activa con la SCJN y algunos de los ministros que ahí se desempeñan, en particular con los ocho ministros que votaron por la inconstitucionalidad de las normas.
Los ocho ministros, ahora más que nunca en el radar el Presidente y que votaron por defender al pie de la letra la Constitución fueron: Juan Luis González Alcántara, Norma Piña, Luis María Aguilar, Margarita Rios Farjat, Javier Laynez, Jorge Pardo, Alberto Pérez Dayán y (el vapuleado por AMLO) Alfredo Gutiérrez Ortíz Mena. Los tres que se opusieron a invalidar las normas fueron Arturo Zaldívar, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz. Para algunos los ocho ministros son defensores de la legalidad y la democracia y para otros en la línea de la forma de pensar del Presidente sirven a intereses obscuros. La realidad es que los tres ministros que se opusieron a la invalidez tienen una reputación muy golpeada por distintos frentes, mientras que la mayoría de los ocho que la votaron a favor cuentan con una imagen que crece a la luz de mostrar independencia del poder ejecutivo. Pero al margen de las filias y las fobias por los ministros e inclusive de la constitucionalidad de las reformas secundarias invalidadas que pasaban la Guardia Nacional al control de la SEDENA, lo que debemos cuestionarnos es ¿si la decisión va a fortalecer, institucionalizar y consolidar a la Guardia Nacional y por ende a mejorar los resultados en materia de combate a la delincuencia de todo tipo, o si la va a debilitar y a regresarnos al desorden que imperó por décadas con distintos nombres de policías federales que terminaron en el descrédito e infiltradas por la delincuencia organizada?
Es un hecho que el combate a la delincuencia que controla más del 30% del territorio nacional ha sido fallido en el presente sexenio, al igual que sucedió con los sexenios anteriores en buena medida. La política de abrazos y no balazos simplemente no funciona como era previsible, aunque sea cierta la causa principal que AMLO esgrime como el origen del problema: la desigualdad. Sin embargo, en los hechos constitucional o no, tiene razón en sostener que la única forma de profesionalizar y consolidar a la Guardia Nacional para realmente transformar moralmente a una corporación policiaca federal en México, es bajo la tutela del ejército y la marina del país, al menos por algunos años más hasta que se cree el espíritu de cuerpo y la lealtad que hacen que sean precisamente nuestras fuerzas armadas las mejor evaluadas de todas las instituciones del México.
Práctico y de ideas fijas como es el Presidente López Obrador ya entendió que la única institución que cuenta con una doctrina y estructura solvente para enfrentar el problema de la delincuencia organizada y el narcotráfico son las fuerzas armadas y tener una Guardia Nacional con esa formación militar es la única manera de asegurar que algún día moralicemos la actividad policiaca que es un “dechado” pero de corrupción y malas prácticas.
AMLO ya anunció en su mañanera que ante la resolución de la SCJN esperará a que se ganen las elecciones del 2024 y controle el congreso para hacer una reforma constitucional que pase la Guardia Nacional a la SEDENA, cosa que se ve improbable y podríamos anticipar que será una gran frustración para el saliente Presidente.
Pero lo que ninguno de los opositores a la militarización de la Guardia Nacional quiere reconocer es que la ahora inminente separación de una Guardia Nacional del control y formación militar, derivará en que bajo mandos civiles la institución no termine de consolidarse y pueda en el futuro ser un ejercicio fallido más que nos haya costado muchísimo dinero sin obtener los resultados esperados.
Ojalá y nuestros legisladores se informaran y pusieran de acuerdo para asegurar que la Guardia Nacional primero se consolide y forme bajo el mando de la SEDENA y luego se le independice y se maneje separada de los militares pero con los mismos principios y mística aunque con una especialización policiaca de primer mundo y claro se le deje actuar contra la delincuencia sin abrazos. De no ser así los derrotados seremos todos nosotros.