La Cumbre de Líderes de América del Norte que acaba de terminar aquí en la Ciudad de México deja mucho mejor parado al Presidente López Obrador de lo que sus detractores AMLO fóbicos y la oposición quisiera. La realidad es que AMLO empezó mal el año con lo sucedido en la sucesión de la SCJN y la llegada de Norma Piña a la Presidencia de la SCJN, contrario al evidente interés del inquilino del Palacio Nacional de que llegará Yazmín Esquivel, esposa de José María Rioboo proyectista de obras amigo del Presidente.
Norma Piña llega a la Presidencia de la Corte con 6 votos contra 5 que obtiene el Ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena , después de una campaña mediática feroz de la oposición en contra de Yazmín Esquivel. Tampoco le fue bien con la elección de Guillermo Valls Esponda a la presidencia por dos años del 2023 al 2025 del Tribunal Federal de Justicia Administrativa. Guillermo es hermano de Jaime Valls Esponda, ex alcalde de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, e hijo del fallecido Sergio Valls Hernández, propuesto por Vicente Fox en 2004 para ocupar el cargo de Ministro de la SCJN y ratificado por el Senado en ese año. Por obvias razones no era el candidato de AMLO y sin embargo gano la elección con 9 de 12 votos de los magistrados de ese TFJA.
Sin embargo, con esa habilidad política que le caracteriza al Presidente en pocos días logra la caja china enterrando los fracasos con el poder judicial. Con la captura de Ovidio Guzmán, hijo del Chapo Guzmán y líder del Cartel de Sinaloa, justo tres días antes de la llegada de Joe Biden a México para la cumbre de los tres países de Norte América, se anota un gol tras otro al lograr que aterricen tanto Biden como Justin Trudeau en el AIFA, validando de facto que en ese aeropuerto pueden aterrizar aviones de todo tipo y con las máximas precauciones de seguridad.
El ambiente de la trilateral, donde entre los temas más candentes estuvo el de las energías limpias que es tendencia irreversible a nivel mundial versus la política energética nacional que en el discurso sigue defendiendo las energías contaminantes con base en el petróleo y el carbón. También el de la substitución de importaciones para la región de América del Norte, que en el trasfondo trae la guerra por la hegemonía mundial entre EUA y China, con el interés estadounidense de quitarse la dependencia de los chinos en la fabricación de componentes tecnológicos como semiconductores, para trasladar dicha fabricación a la región de Norte América donde por supuesto tienen un control total de sus intereses tanto geográficamente, como militarmente.
Así como, el tema impulsado por México del combate a la desigualdad entre los habitantes de la región y la necesidad de meter miles de millones de dólares en igualar las
condiciones de vida de la población de los tres países.
Al respecto, lo propuesto por Biden para que sobre todo la industria mexicana apoyada por el gobierno mexicano, que tiene los salarios más bajos en la región y la mano de obra para hacerlo, con ayuda de EUA le quite mercado a China en todo el tema de tecnología y semiconductores, no es menor y puede definitivamente tener un impacto en la economía mexicana vía el superávit de la balanza comercial con EUA de la mayor envergadura e inclusive por arriba de lo logrado por Carlos Salinas con el NAFTA, que en palabras simples logró que exportemos mucho más a EUA que lo que importamos de ellos no obstante los esfuerzos nacionalistas de personajes como Donald Trump en la administración pasada. De actuar el gobierno y la industria mexicana, para aprovechar ese ofrecimiento de Joe Biden puede valer mucho más en términos de empleo, entrada de divisas y desarrollo para el país, que todo lo acordado en las cumbres trilaterales anteriores desde el NAFTA y aunque sea producto de la problemática mundial puede ser capitalizado por el gobierno de AMLO.
Así las cosas, ya vamos en el quinto año de gobierno de AMLO y su popularidad se mantiene y la cumbre lo valida como interlocutor ante el líder del país con la economía más grande del mundo y con el presidente de la novena economía mundial, con capacidad de llegar a acuerdos.
Cabe la reflexión pues que el peor error que puede cometerse en la guerra y la batalla política es no entender a tu adversario y menospreciarlo. La realidad muestra que esto se paga con creces y si no esperemos al 2024.
Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana.