DÍA 928 de la guerra. Los franceses votaron y siguen en la nube. En la brevísima campaña electoral después de la disolución del parlamento decidida por el presidente Macron y ahora, en la incertidumbre caótica que reina, casi no se habló ni se habla de Europa, y de Ucrania, menos. Sin embargo, el porvenir tanto de Europa como de Ucrania se encuentra amenazado.
En las elecciones europeas, cuyo resultado llevó el presidente francés a tomar su asombrosa decisión, más de la mitad de los electores votaron a favor de los extremos de izquierda y derecha, familias políticas que no disimulan su comprensión, para no decir simpatía, para Moscú. Retomaban los argumentos de Vladimir Putin reiterados antes y después de su Operación Militar Especial, su spetsialka. Los mismos se han opuesto al compromiso francés y europeo de ayudar a Ucrania en su resistencia al agresor. Las excelentes relaciones entre la señora Marine Le Pen y el presidente ruso son muy antiguas y bien conocidas; Putin se alegró, cuando su partido llevó la delantera en la primera vuelta. El señor Melanchon, líder de la Francia Insumisa, que se ve presidente en 2027, recuerda al historiador el lema del partido comunista francés en 1939, cuando el pacto germano-soviético entre Hitler y Stalin provocó la doble agresión nazi y soviética contra Polonia: “¿Morir por Dantzig? Jamás”. Ahora es “Nuestros hijos no morirán en Ucrania”. Por cierto, hace poco, Putin dijo que Polonia había sido responsable del inicio de la segunda guerra mundial porque no fue “razonable”, cuando debió de ceder Dantzig a Hitler, el “poco territorio” que pedía. Tanto la Francia Insumisa como el pequeñísimo partido comunista y el Rassemblement National de Le Pen manifiestan que Putin ofrece la paz y que Ucrania debería ser “razonable”, ceder Crimea y los cuatro distritos medio conquistados por el ejército ruso.
Los mismos consideran que los Estados Unidos son unos enemigos y que Francia debe salir de la OTAN. Más de la mitad de los electores franceses no entienden que la guerra total desatada por Putin amenaza a la democracia y a las libertades en Europa. El sistema electoral francés, mayoritaria a dos vueltas, obliga a concertar alianzas, a veces contra naturaleza, para ganar diputaciones. Eso dejó a los socialistas y a la derecha democrática solamente dos posibilidades: aliarse con el pequeño bloque centrista de Macron, o con los extremos. Optaron por los extremos. Los socialistas se aliaron con los insumisos, parte de la derecha se fue con la derecha extrema. No se habló de concertar una alianza sobre la base del fortalecimiento de Europa. Ni se mencionó a Ucrania.
El resultado es que la voz de Francia en el seno de las instituciones europeas quedará debilitada o, peor, discordante, al unísono con la Hungría de Viktor Orban. Y debilitada la capacidad de una Europa dividida, con una Alemania vacilante, para apoyar con dinero y material a la resistencia ucraniana. Eso justo cuando las fuerzas armadas rusas (520 mil hombres en Ucrania) aprovechan la falta de material bélico y de soldados ucranianos para tomar cada día un poco de terreno. Los largos meses de parálisis del Congreso estadounidense congelaron la entrega de material a Ucrania y abrieron para Rusia una gran ventana de oportunidad que aprovecha muy bien. Si Donald Trump vuelve a la presidencia –promete hacer la paz en unas horas- la ventana se abrirá para cuatro años. Si la ayuda Europa no compensa el eventual retiro estadounidense, Ucrania está perdida. Y Europa también.
Si Putin gana la guerra ¿quién será la victima de una segunda spetsialka? Estonia, Letonia, Lituania, Moldavia están en primera fila. Quizá Polonia, a pesar de que parece un hueso difícil de roer. Estados Unidos, con o sin Trump, volvería a su perenne tentación aislacionista, se acabaría la OTAN y el enano político-militar que es la económicamente poderosa Europa tendría a Rusia como madrina. Todo esto porque los franceses no escucharon a su ídolo Mbappé cuando los llamó a “votar contra los extremos. No hay diferencia entre los extremos, porque son ideas que dividen. Yo estoy por las ideas que reúnen”.
Historiador en el CIDE