Cambiar piezas o peones en ajedrez supone simplificar la posición, lo que suele derivar en mantener el equilibrio de fuerzas o en ventaja o desventaja para algún bando. La teoría dice que cuando el número de piezas o peones atacantes es igual al número de los que defienden, es preferible no aceptar ni promover cambios, a menos que se consiga algo que lo justifique. En ajedrez, el bando que tiene la calidad, aunque sólo sea un peón, suele ganar la partida, ya que es más fácil conservar la supremacía y concretar planes estratégicos. Al contrario, el bando que tiene posición inferior, generalmente debe eludir los cambios para no aumentar la desventaja Así, salvo excepciones, lo obtenido con los cambios durante las tres fases de la lucha, suele otorgar los laureles de la victoria, por tanto, no hay que temerles. Con razón el escritor británico George Wells (1866- 1946) preguntaba: “¿Por qué se ha de temer a los cambios? Toda la vida es un cambio. ¿Por qué hemos de temerle?”.
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