Toda competencia, sea electoral, amorosa o ajedrecística, conlleva atinos y desatinos, triunfos y derrotas. Según el escritor Carlos Brandt , “Los que triunfan pueden llevarse los frutos de la victoria, pero los que salen hoy derrotados han aprendido lecciones valiosísimas que mañana pueden inclinar las cosas a su favor”.
Para que así sea, deben estar dispuestos a seguir luchando e incluso, si el fin lo amerita, buscar la revancha. De ahí que Vicente Huidobro en su poema Cuando pienso refiere y aconseja: “La prueba de su amor era bien manifiesta. Perdió el tino, no hizo sino torpezas. Equivocó todas las piezas y le dieron mate. ¡Pobre hombre! Con un poco menos de amor habría salido triunfante. Entonces, ¿qué debió hacer? - ¡Hombre de Dios, pedir la revancha!”.
Por eso el poeta mexicano Uwe Frisch en Amanecer medita y anuncia: “La tormenta pasó ya/… La batalla quedó atrás/. Quietamente se ilumina el horizonte/. Estoy pronto para el nuevo desafío”.
PARTIDA
Napoleón fue gran aficionado al ajedrez y es fama de que si perdía, siempre pedía la revancha. En esta partida se impone categóricamente.
- Blancas: Napoleón Bonaparte
- Negras: Henry Bertrand
- Isla Santa Elena, 1818. Gambito Escocés.
1. e4, e5; 2. Cf3, Cc6; 3. d4, Cxd4; 4. Cxd4, exd4; 5. Ac4, Ac5; 6. c3, De7; 7. O-O, De5; 8. f4, dxc3+; 9. Rh1, cxb2; 10. Axf7+, Rd8; 11. fxe5, bxa1=D; 12. Axg8, Ae7; 13. Db3, a5; (Diagrama. Napoleón anuncia mate en cinco jugadas, 14. Tf8+, Axf8; 15. Ag5+, Ae7; 16. Axe7+, Rxe7; 17. Df7+, Rd8; 18. Df8, jaque mate.
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