El Grupo Tabasco que incluye a funcionarios y exfuncionarios de ese estado, encumbrados por el expresidente López Obrador, se despachó a lo grande. Cometió tal cantidad de excesos y abusos que ahora está en el ojo del huracán y ha atraído una enorme fiscalización de los medios y autoridades nacionales y extranjeras. Del futuro que le depare dependerá el porvenir del proyecto morenista. Estos son los principales señalados y, aunque aún no se les fincan responsabilidades, se han vuelto un tema delicado para el partido:
Adán Augusto López Hernández, coordinador de los senadores de Morena, exsecretario de Gobernación y exgobernador de Tabasco, está envuelto en varias polémicas, pues es poco creíble que, como encargado de toda la política nacional, y antes como gobernador, no supiera que su secretario de seguridad, Hernán Bermúdez, era el líder de La Barredora en el sureste, brazo del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Adán Augusto también empieza a ser referido por vínculos con empresas de huachicol fiscal. Asimismo, la nueva administración en la Segob, bajo las órdenes de Rosa Isela Rodríguez, dio de baja a todos los mandos de la Dirección de Juegos y Sorteos ante sospechas de autorizaciones irregulares y un probable “pase de charola” para las precampañas de Morena. En esta dirección estaba otro tabasqueño, Manuel Marcué.
Como colofón, hay señalamientos de que en su paso por la Segob presionó a concesionarios de radio y TV con supuestas omisiones en la transmisión de “tiempos fiscales” (spots gubernamentales que son parte de sus obligaciones), cuya sanción recaía en su hermana, en el SAT, donde era la titular de Grandes Contribuyentes, para que apoyaran con cobertura mediática su precandidatura presidencial.
—Otro importante personaje es el general y extitular del Centro Nacional de Inteligencia, Audomaro Martínez. Es improbable que el jefe de la inteligencia nacional y también exsecretario de seguridad en Tabasco no supiera de los vínculos del CJNG con varios funcionarios estatales. Incluso, reportes filtrados de inteligencia militar, a la que él tenía acceso, daban cuenta de lo que acontecía en Tabasco. Ahora, varias columnas también lo señalan como involucrado en el huachicol.
—Hernán Bermúdez, exsecretario de seguridad pública de Tabasco, señalado como líder de la agrupación La Barredora/CJNG. Generó una ola de violencia en el estado para avanzar la posición y cobros de su organización criminal. Fue detenido apenas en Asunción, Paraguay, luego de una petición de Interpol, pero busca retrasar su extradición a México, lo que le daría tiempo de encubrir lo que hizo y con quienes lo hizo.
—Octavio Romero Oropeza, extitular de Pemex y hoy director general de Infonavit. Aunque es de un grupo político distinto al de Adán Augusto, es señalado por dar contratos a múltiples empresarios tabasqueños. Entre ellos, Alexandro Rovirosa, a quien el Departamento de Justicia de EU arrestó recientemente por sobornos a la petrolera durante la gestión de Romero Oropeza y cargos por narcotráfico. También es señalado por diversos analistas y medios por haber generado uno de los daños patrimoniales más graves a Pemex. Destaca que de 2020 a 2022 recibió recursos de la SHCP vía transferencias por 667 mil millones de pesos, 80% de ese monto sin autorización del Congreso, y lejos de mejorar su desempeño, hundió más a Pemex.
—Amílcar Olán, parte del bautizado grupo El Clan, acusado de traficar influencias en obras públicas y compra de medicinas. Su nivel de ostentación y gusto por el reflector se ha hecho evidente por diversas publicaciones en redes sociales y por llamadas telefónicas que fueron publicadas por Latinus. Se le señala también de tener vínculos con familiares de AMLO.
—Mario Antonio de la Rosa Gutiérrez, empresario chiapaneco, pero operando con el grupo Tabasco. Fue proveedor de Pemex y recientemente catearon su domicilio, por diversas denuncias, sobre todo algunas vinculadas con el crimen organizado y tráfico de hidrocarburos. Ahí fueron encontrados animales exóticos, armas de alto poder y un helipuerto, entre muchos otros lujos.
A todos los une el apetito desmedido por las grandes riquezas. Su pertenencia a Morena o la vinculación económica con ese movimiento fue solo un vehículo para multiplicar inexplicablemente su riqueza. Respecto a otras épocas, en las que también el gobierno en turno apoyó a sus cercanos para hacer dinero, está vez hay dos diferencias relevantes: la riqueza se hizo sólo y descaradamente al amparo de recursos públicos por personas sin ningún tipo de antecedentes empresariales. En segundo lugar, y muy grave, las ligas de varios de estos “destacados” funcionarios tabasqueños con cárteles criminales. Esto nunca se había visto de manera tan generalizada y desde las posiciones más importantes del poder público.
Imposible que lo que hicieron pase inadvertido aquí y en el extranjero. ¿En qué estaban pensando cuando cometieron tanto exceso e ilegalidades? La gran duda ahora es si engañaron al entonces presidente López Obrador, o si era una acción concertada. Por lo pronto, queda claro que la actual administración va a fondo contra varios de ellos. Es convicción, pero tampoco tiene margen ante tanto escándalo.
X: @JTejado

