En Centro y Sudamérica la derecha lleva una racha importante de logros electorales. Incluso, en países con gobiernos eficientes de izquierda, como Chile, la derecha está ganando elecciones ante el hartazgo de la población con la inseguridad, y en algunos otros países por el descontento con las políticas populistas de izquierda.

Además de Chile, en donde parece que una alianza entre derechistas llevará al poder a José Antonio Kast en la segunda vuelta electoral, que se realizará dentro de cuatro semanas, la ultraderecha latinoamericana ha ganado elecciones en Ecuador, Bolivia, El Salvador y Argentina.

En todos esos países incluso se ha notado el apoyo del gobierno de Estados Unidos (EU) para consolidar a estos gobiernos de derecha. Tan solo al de Argentina le otorgaron una línea de crédito “blanda” por 20 mil millones de dólares, algo que el jefe de la oficina de The New York Times en México, Jack Nicas, ha bautizado como la Donroe Doctrine. Una mezcla entre Donald y la anterior Monroe Doctrine.

En contraparte, a gobiernos de izquierda, como los de Venezuela, Colombia y Brasil les ha apretado con todo tipo de presiones: desde aranceles hasta amenazas militares. Si bien las siguientes semanas serán clave para ver qué tan eficiente será EU en impulsar la Donroe Doctrine, al estar en vilo las acciones que emprenderá contra el régimen de Nicolás Maduro, podemos dar por hecho que hay interés en apoyar a gobiernos de derecha en toda Latinoamérica. La duda es qué tanto intervencionismo está dispuesta a hacer la Unión Americana para concretar una región con gobiernos de derecha.

En el caso de México, la relación con EU ha sido estable, aunque ha tenido presiones en varios temas económicos y de seguridad. Incluso ayer, con la amenaza de un ataque terrestre. Pero, hasta ahora no hay indicios de que Estados Unidos esté apoyando a partido o candidato alguno, algo que puede cambiar rápidamente en particular, pues los medios de los Estados Unidos están empezando a pintar una narrativa de México preocupante, que es la que empieza a permear en el electorado de aquel país.

La cobertura del asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, y la manifestación del pasado sábado en México, de la (supuesta) Generación Z, han atraído la cobertura de los medios impresos y de TV de EU. Pero en nuestro país también se ha desatado una ola de indignación que sigue creciendo mucho más que en otros escándalos, como todo lo que se dijo del senador Adán Augusto López o de los supuestos campos de exterminio en Teuchitlán, Jalisco. El primero de estos temas, a lo largo de 75 días, tuvo un millón de menciones en redes sociales. El segundo, 2.4 millones durante 21 días. Pero el de Carlos Manzo sigue y sigue creciendo: lleva 4 millones de menciones y un alcance potencial de 5.5 mil millones de personas en 11 días, según la herramienta digital de Brandwatch.

Así que, definitivamente, algo se está moviendo. Los bots de varios partidos y medios de derecha no alcanzan para hacer este volumen de conversación. Tampoco para generar las marchas que en varias ciudades se dieron el pasado fin de semana.

Es temprano para saber si el asesinato de Carlos Manzo se convertirá en un catalizador de la oposición y de la gente que está dolida por la inseguridad de años atrás, pero no hay duda de que algo está pasando y que es mucho más profundo que lo que han podido hacer los partidos de oposición hasta ahora.

Es más, parece que están siendo rebasados por la gente. También queda pendiente ver los reflejos para atender la crisis actual que se originó en Michoacán. Por lo pronto, habrá que ver si la gente se vuelve a movilizar este próximo jueves, con la nueva convocatoria emitida para manifestarse. Me parece que fue emitida “al vapor”, pero habrá que sentir el ánimo social.

X: @JTejado

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