En septiembre de 2021, la Agencia Espacial Mexicana (AEM) publicó un comunicado en el cual daba cuenta de un acuerdo entre México y Rusia sobre cooperación en el espacio. El comunicado establecía que el Acuerdo se firmaba por instrucciones del presidente López Obrador. El instrumento fue firmado por el director de la AEM, quien, por cierto, no tiene facultades para firmar acuerdos internacionales. Quien debió haber firmado era el secretario de Comunicaciones y Transportes.
Nadie se dio cuenta de lo firmado con Rusia, hasta que la agencia de comunicación rusa, Sputnik, da a conocer el 7 de octubre que, con dicho acuerdo, van a instalar en México “estaciones terrenas” (platos satelitales) para bajar señales rusas en territorio nacional del servicio Glonass (el GPS de los rusos). De llamar la atención que esta información la da a conocer la agencia EFE, en un cable sin firma, y una reconocida periodista en Washington DC, Dolia Estévez, es alertada por “analistas”, con lo que el tema explota. A partir de ahí, todo se les complica a los rusos y a la 4T.
En México y en el mundo, los sistemas GPS no requieren de estaciones terrenas para funcionar, dado que ya los dispositivos (relojes, celulares, etc.) se conectan directamente con los satélites en el espacio. Sin embargo, hay sospecha de que las estaciones de Glonass sirven para espiar (signal intelligence). De hecho, hay reportes del congreso estadounidense de que la antena que tiene Glonass en Nejapa, Nicaragua, sirve para espionaje. Para instalar esta antena se utilizó el mismo Acuerdo que se firmó con México. El asunto Glonass se pone más interesante, pues su “controladora” son las fuerzas de defensa aeroespacial rusas (la VKO).
Cuando se publica la instalación de los equipos Glonass en México, la Cancillería por primera vez emite un comunicado diciendo que se requería un “acuerdo complementario” con Rusia, con lo que se trató de hacer un control de daños. Por cierto, los tiempos parecen coincidir con la reunión que este jueves tendrá el gabinete de seguridad nacional de México con sus homólogos en EU y, en estas juntas, han sido prioridad los temas de ciberseguridad.
Hablando de ciberseguridad y los rusos, en mayo de este año, ya con la guerra ruso-ucraniana en curso y la presión de los rusos a occidente por temas energéticos, hubo un hackeo masivo a los sistemas de la empresa Colonial Pipeline, que transporta prácticamente todo el combustible necesario para los aviones de Estados unidos en la costa este. Se pagó un “rescate” de 5 millones de dólares para recuperar el control. Detrás de este hackeo, el FBI acusó a DarkSide, una banda criminal ubicada en Rusia. A raíz de este ataque, EU subió su alerta de ciberseguridad en su infraestructura privada.
Todo parece indicar que quienes hicieron público el acuerdo para sabotear la entrada de Glonass a México -y que obligaron a la 4T a dar reversa- fueron las agencias de seguridad de los EU, a cinco días de que tenga lugar la reunión de alto nivel entre ambos países.
Es evidente que la relación con EU está pasando por un momento de tensión en el que se observan desde conflictos en materia eléctrica en el T-MEC, hasta presiones para que México sea parte del ‘Clean Network’ para evitar que las redes 5G en nuestro país tengan componentes de empresas chinas, también acusadas de espionaje.
Bastó una filtración bien hecha para que la 4T diera marcha atrás en lo que les habían ofrecido a los rusos y, tan lo habían ofrecido, que el mismo presidente Putin lo anunció. Para seguir haciendo el ridículo, a nadie de la Cancillería mexicana, ni de la AEM, se le ocurrió revisar si tenían facultades para autorizar la operación de estaciones terrenas en México. Resulta que la única autoridad con estas facultades es el Instituto Federal de Telecomunicaciones, y a este nadie le consultó.
Así las cosas, si la 4T quiere jugar “rudo” con EU, bien valdría la pena que hicieran sus acuerdos y estrategias con mayor cuidado. Una vergüenza lo sucedido y, tanto en Rusia como en EU, deben estar perplejos con nuestras vaciladas.
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