Evangelizar, contrario a lo que muchos ajenos a la Iglesia piensan y argumentan, no es imponer una creencia; es compartir la alegría y plenitud que los creyentes encontramos en la fe. Es tender una mano, abrir una puerta y mostrar que hay una esperanza que trasciende lo terrenal. Con esa idea, hace 500 años, 12 frailes franciscanos recorrieron, a pie y descalzos, más de 338 kilómetros para llegar a lo que hoy es la Ciudad de México. Fue el inicio de un esfuerzo que transformaría la historia de México y América Latina: la evangelización.

Aquellos primeros evangelizadores no llevaban grandes riquezas ni poder militar. Su misión era más poderosa: querían demostrar con el testimonio que el Evangelio no es un texto de anécdotas, sino una ética, una manera de vivir. Su objetivo no era solo predicar con palabras, sino con actos; no imponer reglas, sino inspirar una vida de virtud y comunión.

Pero lograr esto no fue, ni es, una tarea sencilla. Evangelizar no funciona como una enseñanza escolar, donde se memorizan conceptos o se siguen pasos predefinidos. Es, más bien, un proceso profundo que exige humildad: entender una cultura, escuchar a quienes piensan distinto, y ofrecer respuestas a esa búsqueda tan humana de felicidad y sentido.

De todas las definiciones que ha dado el Papa Francisco sobre evangelizar, una de las más sencillas y potentes es que la fe se contagia. Así como la risa o el entusiasmo, la fe también tiene ese poder transformador y espontáneo. Cuando alguien vive con amor, esperanza y alegría auténticas, otros naturalmente quieren saber de dónde provienen esas virtudes. Así nace el deseo de compartir la fe, no como imposición, sino como un acto de generosidad.

Hoy, 500 años después, la labor evangelizadora de la Iglesia sigue viva. Aunque el mundo ha cambiado, los desafíos persisten. Inspirada en la noble misión de aquellos primeros franciscanos, la Iglesia de nuestros tiempos debe responder al llamado del Papa Francisco a buscar a los alejados: aquellos que se sienten solos, abandonados o perdidos. Evangelizar es ir ahí, donde Dios no está presente, donde la soledad y el sufrimiento parecen reinar. Ahí, en esos rincones oscuros de la existencia humana, es donde debe brillar la luz de la fe.

En un país donde el porcentaje de impunidad supera al 90%, donde el récord de homicidios parece no encontrar un techo, donde el número de suicidios superó las 8,000 personas en 2023, donde el 70% de las mujeres de 15 años o más ha vivido algún tipo de violencia, donde la depresión se ha convertido en un grave problema de salud, la Iglesia se ha hecho presente desde hace 500 años. En los lugares donde muchos dicen que Dios no se hace presente, la Iglesia se seguirá haciendo presente para brindar asesoría espiritual y la guía del Evangelio.

Con motivo de este importante aniversario, la Arquidiócesis Primada de México ha organizado un ciclo de conferencias en el Real Club España. La es el próximo martes 26 de noviembre a partir de las 19:00 horas, una oportunidad para reflexionar sobre esta herencia y renovar el compromiso de llevar el Evangelio a todos los rincones del mundo. Porque la misión continúa, y la fe sigue llamando a ser compartida.

El autor es Director de Comunicación de la Arquidiócesis Primada de México

Contacto: @jlabastida

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