“Desfachatez” se define, por la Real Academia Española, como “descaro, desvergüenza”. Es justo lo que pienso de las “autoridades” electorales de este país, con sus honrosas y escasas excepciones. El pasado miércoles 20 de agosto, en una reunión que duró alrededor de tres horas, se ventiló en la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el asunto de los “acordeones del bienestar”. Sí, esa inteligente guía que, de manera espontánea, surgió de alguna mente brillante y desconocida, para orientar —nunca para imponer— los nombres de quienes serían personas idóneas para ocupar los nueve asientos del Pleno de la tan esperada y renovada Suprema Corte de Justicia de la Nación. Los argumentos para desechar la ponencia, pruebas y conclusiones del magistrado ponente, Reyes Rodríguez, fueron de una estulticia (necedad, tontería), que solo por ver y escuchar a quienes se atrevieron a tanto, lo creo. Cabe recordar que esta Sala Superior es la máxima autoridad y tiene la última palabra en materia electoral. Pues el perverso bloque conformado por Mónica Soto (presidente), Felipe de la Mata (vergonzantemente, egresado de la Escuela Libre de Derecho) y Felipe Fuentes reconocieron la existencia de dichos “acordeones”, pero no estimaron que ello fuera suficiente para anular la fraudulenta elección de ministros. A decir de la presidente Mónica Soto, hay muchas preguntas sin respuesta: “¿Quién los hizo? ¿dónde se hizo? ¿cuándo se hizo? ¿a quién se le repartió? ¿quién lo entregó? ¿quién lo entregó para traerlo como prueba? ¿usted propone anular sin pruebas?”. En respuesta, Reyes Rodríguez dijo: “No necesitamos acreditar quién hizo los acordeones; es ilegal. Lo pudieron haber hecho extraterrestres; la existencia está probada y su distribución es ilícita”. Siguió Felipe de la Mata: “¿De verdad un papel en el bolsillo para ayudar a votar, del que se desconoce si se distribuyó y si se usó, se convirtió en una ilicitud que amenaza la democracia?”. Por su parte, la muy respetada magistrada Janine Otálora afirmó: “En la mayoría de los estados, mientras más personas votaban más crecían los votos para las mismas nueve candidaturas ganadoras de la Suprema Corte”. Vino Felipe Fuentes y nos obsequió una gema: “Hablan de un amplio volumen de pruebas, y con ello quieren aparentar solidez, pero lo cierto es que, un análisis detallado, demuestra que esas pruebas son pocas y débiles”. Sucede que Reyes Rodríguez recordó que existen 38 carpetas de investigación, en la Fiscalía Especializada en materia de Delitos Electorales, con motivo de la entrega de estos “acordeones” y que la votación mostró un patrón a todas luces atípico: “Pese a que existían 7,400 millones de combinaciones posibles, el 45 por ciento de los votos válidos fueron hacia una sola combinación que contenía, curiosamente, las nueve candidaturas que resultaron ganadoras en la Corte”. No cabe duda, la suerte existe. No así madre ni vergüenza. Ah, y de Pío, ni pío.

Abogado. @JLozanoA

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