Todo indica que el agandalle de la sobrerrepresentación legislativa en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión va. No alcanzaron las expresiones de especialistas en derecho constitucional; maestros de diversas facultades o escuelas de derecho; la voz autorizada de exconsejeros y magistrados electorales; la opinión de investigadores, analistas o intelectuales que advirtieron de los efectos nocivos de una aplanadora legislativa. Siete de once integrantes del Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) hicieron oídos sordos y traicionaron la democracia.
Vaya paradoja: la marea rosa se activó como un movimiento orgánico para defender la autonomía, integridad y autonomía del INE para, luego de la renovación de sus principales órganos de gobierno, nos diera la espalda y clavara una puñalada por la espalda a la democracia. Argumentos estúpidos y vacíos, llenos de lugares comunes, anteponiendo demagogia al rigor técnico que debe caracterizar una interpretación armónica, integral y completa de nuestra Constitución y leyes que de ella emanan, fue la retahíla de los siete consejeros que votaron por avalar el agandalle en nombre de “la voluntad popular”.
La impresentable presidenta de dicho Consejo General, Guadalupe Taddei, nos salió con que “el INE no quita ni regala diputaciones ni senadurías. La única que puede hacerlo es la ciudadanía con su voto”. ¡Aja! Eso explica nítidamente que el 54 por ciento de los votos ciudadanos se conviertan en 73 por ciento de las curules de la Cámara de Diputados mientras que, para la oposición minoritaria, de 46 por ciento de votos en las urnas se reduzca su presencia al 27 por ciento de las diputaciones. ¿Ven cómo Pitágoras era un vulgar estafador? La esperanza muere al último.
Veremos si este miércoles la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación logra la mayoría de tres votos para echar abajo tal agandalle legislativo. Sería un auténtico milagro. De no ser así, las llaves de todo tipo de reformas constitucionales, a capricho de López Obrador y su suplente, serían un mero trámite, incluida la aberrante enmienda al Poder Judicial de la Federación. De ser el caso, propongo una reflexión: ¿no sería más sano para la República dejar a Morena y aliados solos en el Congreso para que sean los únicos responsables de la destrucción nacional? Me temo que la presencia de la oposición en ambas cámaras no será, siquiera, testimonial. Serán una auténtica burla democrática. Así como los valientes jueces, magistrados y trabajadores del Poder Judicial realizan su paro de labores, para defender su integridad e independencia, deberían hacer lo propio los legisladores de oposición. Pero todos, no unos cuantos. Háganles el vacío. Atrévanse. Es hora de definiciones.
Abogado