No me referiré a Xóchitl Gálvez y a la candidata de las mentiras. Este texto lo dedico a dos mexicanas ejemplares y valientes, mismas que fueron objeto de la vileza del canalla de Palacio Nacional. Me refiero a Cecilia Flores y a María Amparo Casar. La primera, Ceci, es una activista que, desde 2015, sufrió la desaparición de sus tres hijos. Es lideresa y fundadora del colectivo “Madres Buscadoras de Sonora”. Dicha asociación civil ha localizado más de 400 cuerpos en fosas clandestinas y 140 personas con vida. Increíblemente, su perseverancia, fuerza moral y esperanza inmortal, no ha recibido de este gobierno federal la respuesta que ella y sus colegas esperaban. Todo lo contrario. Han topado con puertas cerradas, oídos sordos y corazones petrificados. El pasado 18 de marzo, Ceci llegó a Palacio Nacional para solicitar la atención personal del presidente y entregarle “la pala de mando”, misma que utiliza en la búsqueda de sus hijos y demás desaparecidos. El ruin mandatario le negó su acceso al inmueble y se limitó a mandarle decir que podía dejarle su pala afuera del recinto.
Un día después, Ceci regresó al lugar de la maldita mañanera pero, en esta ocasión, vestida de beisbolista y con una cartulina, en clara alusión a la principal afición del desalmado titular del ejecutivo federal. Fue inútil. Terminó por retirarse. Ahora, tras el hallazgo de un crematorio clandestino entre las alcaldías Iztapalapa y Tláhuac, donde teóricamente habría restos de tres cuerpos humanos, la fiscalía local, a velocidad inusitada, descartó dicha versión y aseguró que los elementos óseos localizados son de origen animal. Veinte policías resguardan el “crematorio de perros”, no vaya a ser que muerdan a alguien. Pero la peor parte vino cuando el canalla Andrés Manuel acusó a la activista de ser parte del bloque conservador y traficar con el dolor de madres de desaparecidos.
El otro caso, el de María Amparo Casar, es una vileza indescriptible. Ella es Presidenta de la asociación civil “Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad” y una académica destacada y respetada. En días pasados presentó su más reciente libro “Los puntos sobre las íes” y, su organización, publicó un demoledor trabajo de investigación sobre el oscuro patrimonio de Claudia Sheinbaum. La reacción de estos miserables no se hizo esperar y, en voz del director de Pemex, acusó que María Amparo habría recibido, indebidamente, el pago de diversas prestaciones tras la muerte de su marido, hace 20 años, quien trabajaba para la paraestatal.
No contentos con esta infamia, difundió la Presidencia de la República un abultado expediente para, supuestamente, exhibir el abuso cometido por Casar. Violando la ley en materia de datos personales, desempolvando el dolor provocado a ella y sus hijos, tras la muerte de su cónyuge, y amenazando con exigir la devolución de 31 millones de pesos recibidos en calidad de pensión, post mortem, pues, afirman, el fallecimiento habría sido por suicidio y no por muerte natural.