En un artículo publicado en El Universal el 29 de abril de este año, señalé que no obstante los ataques de Donald Trump al presidente de la Junta de Gobernadores del Sistema de la Reserva Federal (FED), Jerome Powell, la posibilidad de que esto desembocara en el despido de este último había sido finalmente descartada por Trump, en mi opinión tanto por cuestiones legales como, principalmente, por la previsible reacción de los mercados.

En meses posteriores, las críticas a Powell han continuado. Al igual que la mayoría de los integrantes de la FED, este considera que la política monetaria debe manejarse con cautela, especialmente por el posible efecto en la inflación de la política arancelaria en Estados Unidos. En contraste, Trump argumenta que existe margen para reducir la tasa de interés de la FED en más de 3 puntos porcentuales.

Así, el tema del despido de Powell resurgió con fuerza la semana pasada, convirtiéndose en una de las principales fuentes de preocupación en los mercados financieros. Lo anterior en virtud de los riesgos que plantea la injerencia del Ejecutivo, que se considera basada en motivaciones políticas, en la toma de decisiones de una institución independiente con importancia global.

¿Qué es lo que ha cambiado desde la publicación de mi artículo?

Para empezar, la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos dictaminó en mayo que el presidente de ese país tiene el poder legal para remover a las cabezas de diversas entidades públicas que gozan de autonomía, pero hizo una excepción para el caso de la FED en virtud de su naturaleza única. En otras palabras, fortaleció las bases de la independencia de la institución, aunque se mantiene la posibilidad de despido de su presidente de existir una causa justificada.

Posteriormente, argumentando gastos por encima de lo presupuestado en renovaciones de algunos edificios de la FED, varios miembros del equipo de Trump señalaron la posibilidad de irregularidades en el uso de recursos públicos y, por tanto, de una causa para la remoción de Powell. La prensa estadounidense ha informado que esto llevó a Trump a consultar al respecto a miembros de su partido. Aunque al final ante la respuesta de los mercados Trump afirmó que el despido de Powell es muy poco probable, no cerró la puerta si se confirmara la existencia de fraude.

¿Es esto razón suficiente para modificar las conclusiones centrales de mi artículo de abril? No lo creo.

En primer lugar, no es de esperarse que Trump consiga los argumentos legales para despedir al presidente de la FED. Este ha mostrado total apertura a proporcionar la información que se requiera sobre las renovaciones. Pero más allá de esto, tomando en cuenta los controles para llevar a cabo trabajos de esta naturaleza y el prestigio de Powell, los fundamentos de las acusaciones parecen muy endebles.

En segundo lugar, los nuevos rumores sobre el despido de Powell provocaron un aumento de las tasas de interés de largo plazo, la depreciación del dólar y la caída de las bolsas. Las advertencias sobre los riesgos para la inflación, la estabilidad financiera y el papel internacional del dólar han surgido por todos lados. Inclusive, en una evidente muestra de preocupación por los sucesos en Estados Unidos, el comunicado de la reunión ministerial del G20 publicado el pasado viernes resaltó la importancia crucial de la independencia de los bancos centrales.

En tercer lugar, remover a Powell de su posición actual no asegura que la FED acomodará automáticamente los deseos de Trump. Las decisiones de política monetaria en Estados Unidos las toma el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), integrado por 12 miembros, la mayoría de los cuales comparte la posición de Powell.

En cuarto lugar, la reducción de la tasa de política monetaria en más de 3 puntos porcentuales como sugiere Trump sería contraproducente, ya que aumentarían las expectativas de inflación y las tasas de interés de largo plazo, derrotando el objetivo original. Todas las personas que han sido señaladas como posibles candidatos para reemplazar a Powell lo saben.

¿Qué puede pasar? En mi opinión, el escenario más viable sigue siendo que Powell permanezca en su puesto hasta mayo de 2026, cuando la responsabilidad como presidente de la FED sería asumida por otro candidato de Trump. Aunque Powell puede continuar como miembro de la Junta hasta 2028, me parece que lo más probable es que salga de ella cuando deje de presidirla.

De todas formas, como lo sugieren las declaraciones de ayer del Secretario del Tesoro, Scott Bessent, respecto de la necesidad de evaluar el funcionamiento de la FED como institución, las críticas y los rumores del despido de Powell seguramente continuarán. Esto es paradójico, porque entre más se insista en este tema, mayor será la incertidumbre y su efecto adverso sobre las tasas de interés de largo plazo y el dólar. Además, podría dar incentivos a Powell para permanecer en la Junta hasta 2028.

A más largo plazo, es claro que el nuevo presidente de la FED buscará un manejo más relajado de la política monetaria, aunque para que esto se materialice tendrá que convencer a los otros miembros del FOMC. Pero aun de ser este el caso, el margen de maniobra para la institución estará acotado por la reacción de los mercados.

Al final, lo que esta disputa nos está subrayando, nuevamente, es que en estos ataques recurrentes a la independencia de los bancos centrales, serán a menudo los mercados los que actuarán como el fiel de la balanza.

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