Lo que más ha acaparado la atención del Informe Trimestral del Banco de México publicado la semana pasada, ha sido la revisión a la baja de sus proyecciones de crecimiento económico para 2025 y 2026, a solamente 0.1% y 0.9%, respectivamente. Aunque estas cifras son muy importantes, me parece que han desviado la atención de diversos aspectos relevantes del comportamiento reciente de la inflación. Como se recordará, el abatimiento de esta es el objetivo prioritario del Banco y, consecuentemente, el centro de atención del documento.
El Informe hace notar que la inflación general ha descendido a lo largo de 2025 (a 4.22% anual en la primera quincena de mayo) frente a los niveles registrados en el último trimestre del año previo (4.51%). Sin embargo, también explica que esto se ha debido a la caída de la inflación no subyacente, que tiende a mostrar una alta volatilidad, ya que la inflación subyacente, un indicador más confiable de las presiones sobre los precios, ha aumentado de 3.68% en el trimestre octubre-diciembre de 2024 a 3.97% en la primera quincena de mayo de este año.
Los componentes de la inflación subyacente se han movido en la dirección anticipada. En específico, la inflación de servicios ha descendido y la de mercancías se ha incrementado. El problema es que el descenso de la primera ha sido insuficiente para compensar el aumento de la segunda.
El alza reciente de la inflación subyacente no deja de ser curioso. El Banco de México ha mantenido una postura monetaria claramente restrictiva; la actividad económica está estancada y pudiera estar contrayéndose nuevamente; los mercados financieros han mostrado cierta calma, destacando la apreciación del peso frente al dólar a lo largo de 2025; y, según Banxico, el impacto de la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania sobre la inflación en México se está dejando atrás.
En ausencia de presiones de demanda, del tipo de cambio y de los choques externos antes citados, ¿qué está manteniendo elevada la inflación? En mi opinión, son dos los factores que destacan.
El primero tiene que ver con la evolución de los salarios. Diversos indicadores incluidos en el Informe muestran el todavía importante incremento de los salarios reales. Esto se combina con una productividad para el conjunto de la economía que se mantiene por debajo de la prevaleciente antes de la pandemia, lo que propicia que los costos laborales unitarios continúen registrando una marcada tendencia al alza. La gráfica 47 del documento ilustra con claridad que la situación es alarmante. Es difícil imaginar que las empresas estén absorbiendo en su totalidad este aumento en los costos sin reflejarlo en sus precios.
Peor aun. El Informe no deja espacio para dudas sobre la debilidad del empleo: la razón de ocupación a población en edad de trabajar está cayendo y una parte de esta última está abandonando el mercado laboral. Por si esto no fuera suficiente, la ocupación en el sector informal se está incrementando. No se necesita ser muy versado en temas económicos para saber que el incremento de los costos laborales unitarios está agravando esta situación.
El otro factor de presión sobre la inflación que considero importante subrayar es el grado de inercia que existe en la economía, lo que se refleja en expectativas de inflación por encima tanto de la meta de 3% como de las proyecciones de Banxico en todos los plazos. Me parece que esto se explica en parte por la evolución de los costos salariales antes descrita. Y a lo anterior habría que agregar el efecto de la debilidad de las finanzas públicas, que no obstante los esfuerzos en marcha, sigue representando una fuente de riesgos importantes para la inflación y en general para la economía en los próximos años.
Llama la atención que Banxico considera que el balance de riesgos para la inflación continúa sesgado al alza, no obstante que pretende mantener una política monetaria restrictiva, que considera que el impacto de las políticas arancelarias del gobierno estadounidense en la inflación es incierto y que proyecta una brecha del producto crecientemente negativa en su horizonte de pronóstico. ¿Los motivos? La posibilidad de presiones sobre el tipo de cambio, aumentos bruscos de los precios de las materias primas, persistencia de la inflación subyacente, incrementos de costos y afectaciones climáticas.
Aunque coincido en el balance de riesgos para la inflación, no me queda claro si es exactamente por los motivos señalados en el Informe. En mi opinión, de los riesgos al alza que menciona el Banco Central hay tres que pueden surgir o no y dos que ya son una realidad. Como es obvio por lo antes expuesto, me preocupan en particular las posibles presiones de costos ante una política salarial agresiva que no tome en cuenta la productividad de la mano de obra, y el grado en el que lo anterior y la fragilidad de las finanzas públicas puedan incidir en la persistencia de la inflación subyacente.
Es indispensable crear conciencia entre las autoridades responsables de que, en ausencia de acciones de fondo a este respecto, tanto el esfuerzo de política monetaria para lograr la convergencia de la inflación a la meta, como los costos para la economía y para la sociedad, serán mayores. Como puede apreciarse, no obstante los avances en la lucha contra la inflación, la tarea dista de estar concluida y los retos siguen siendo enormes.
Javier Guzmán Calafell
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