El tema de política monetaria que concentra en este momento la mayor atención, es qué va a hacer el Banco de México en su decisión del próximo 14 de noviembre. Aclaro que la duda principal no es si bajará o no la tasa de interés de referencia. La expectativa generalizada es que Banxico relajará nuevamente la política monetaria en esa fecha. Sin embargo, a mi juicio no es claro si la disminución de su tasa de interés será de 25 o de 50 puntos base.
¿Cuáles son las señales que ha mandado la institución? En su comunicado de política monetaria del 26 de septiembre, el Banco modificó el tono de su guía prospectiva, al señalar que “…hacia delante, prevé que el entorno inflacionario permita ajustes adicionales a la tasa de referencia”, un cambio respecto al anterior comunicado en el que la redacción correspondiente era “…hacia delante, prevé que el entorno inflacionario permita discutir ajustes adicionales…”. Como es obvio, esta modificación fortalece el mensaje de que es de esperarse que la tasa de interés se recorte nuevamente en la siguiente decisión.
Los mensajes del Banco Central no pararon con el comunicado. En entrevistas con la prensa posteriores a la decisión de septiembre, la gobernadora de Banxico mencionó que se podría “…valorar la magnitud de los ajustes a la tasa de interés de referencia en nuestras reuniones hacia delante, dados los niveles que hemos estado observando de la inflación”. El mensaje obvio es que se está contemplando la posibilidad de reducir la tasa en 50 puntos base.
La semana pasada se publicó la Minuta de la reunión de la Junta de Gobierno que llevó a la decisión del 26 de septiembre. Como puede verse en este documento, además de la gobernadora, otro integrante de la Junta piensa que “…en ausencia de nuevos choques, se podría comenzar a discutir la magnitud de los recortes”.
Durante la misma reunión, otra persona afirmó que “…si la distribución de riesgos para la inflación continúa progresando puede ser conveniente adoptar una senda de ajustes continuos, los cuales estarían en función de los datos, de tal manera que en todo momento la postura sea consistente con el cumplimiento del mandato constitucional”. Si bien esta persona no habla de cambiar la magnitud de los ajustes, sí muestra una actitud abierta en el relajamiento de la política monetaria dependiendo de la información disponible.
Obviamente, ninguno de los miembros de la Junta de Gobierno está comprometiéndose con un manejo específico de la política monetaria. Por ejemplo, de ganar Donald Trump la presidencia de los Estados Unidos, podría observarse volatilidad en el mercado cambiario de una magnitud tal que inclusive impidiera cualquier relajamiento de la política monetaria en México.
Sin embargo, lo que sugiere la comunicación de la mayoría de integrantes de la Junta es que, en ausencia de nuevos choques y si la inflación se apega a lo proyectado por Banxico, se buscaría disminuir en 50 puntos base la tasa de referencia. En otras palabras, mi conclusión es que la información antes señalada apunta a que este es el escenario base predominante al interior de la Junta de Gobierno.
Curiosamente, este mensaje no parece haber permeado en los mercados. En la más reciente encuesta de Citibanamex, publicada antes de la divulgación de la Minuta pero después de los mencionados comentarios de la gobernadora, la visión unánime de los analistas consultados es que Banxico disminuirá en 25 puntos base su tasa de interés de política monetaria en noviembre.
No sabemos cómo evolucionarán las expectativas de los analistas en las próximas semanas. Mientras tanto, los comentarios que he visto de varios de ellos después de la publicación de la Minuta, se apegan a la expectativa de que no será posible acelerar el relajamiento en la próxima decisión.
¿Por qué? Por varias razones: dificultades para que siga disminuyendo la inflación subyacente, una evolución más favorable de lo previsto de la economía estadounidense, el consecuente debilitamiento de la expectativa de que la Reserva Federal de los Estados Unidos recortará su tasa de interés en 50 puntos base en noviembre, etc.
Creo que a lo anterior se podrían añadir, cuando menos, los riesgos de un relajamiento más agresivo de la política monetaria en México cuando no se conoce todavía la política fiscal para 2025 y cuando se sabe que el incremento de los salarios mínimos el año entrante incrementará las presiones al alza sobre la inflación.
En todo caso, me parece que varios integrantes de la Junta de Gobierno de Banxico deberían reflexionar cuidadosamente sobre porqué el mercado no está endosando sus señales sobre la conducción de la política monetaria. Si, como sugieren los analistas, los acontecimientos más recientes han hecho obsoleta la posibilidad de recortes más agresivos de la tasa de interés, los impulsores de esta idea deberían aclararlo en algún momento oportuno.
Si por el contrario esa posibilidad sigue sobre la mesa, de mantenerse las actuales expectativas del sector privado se corre el riesgo de tomar una decisión que sorprenda al mercado (con sus consecuentes implicaciones negativas) y de afectar las expectativas de inflación al adoptarse una acción que no se ve como justificada.
Este escenario no conviene a nadie. Por tanto, para minimizar el riesgo de eventos desagradables, el Banco de México debería ponderar con la información más reciente qué mensaje quiere mandar antes de su reunión de noviembre y cuándo transmitirlo.