Arnaldo Coen no existe; hay quien sostiene que Arnaldo Coen no existe. A pesar de las manifestaciones varias que pueden conformar un rastro de su existencia, hay quien afirma que Arnaldo Coen no existe. A pesar de sus exposiciones, de su pintura y de sus invenciones plásticas, hay quien asegura que Arnaldo Coen no existe. A pesar de los diversos textos escritos por distintos escritores sobre él, hay quien insiste en que Arnaldo Coen no existe. A pesar de que se dice que pintó la vela trapezoide de la balsa Acali que logró recorrer el Mar Atlántico desde la Islas Canarias hasta Cozumel como un experimento antropológico, hay quien reitera que Arnaldo Coen no existe. A pesar de que pintó el cuerpo de, entre otras, Pilar Pellicer y en un film se le ve Robarte el arte en Basel, en 1972, en complicidad con Juan José Gurrola y Gelsen Gas, hay quien propaga que Arnaldo Coen no existe. A pesar de que no dejan de sucederse provocaciones y per-versiones no siempre plásticas que se le atribuyen, hay quien...
Entre aquellos que sostienen que Arnaldo Coen no existe, hay quien cree haber descubierto una conjura en la que convergen pintores que no se conocen entre sí, pero obedecen a una idea estética que no deja de derivarse en formas varias que pueden identificarse por el hallazgo de ciertos colores en los que se reflejan impresiones personales de la luz, por geometrías que pretenden revelar secretos de la naturaleza y el espacio, por una búsqueda obsesiva de la perspectiva, un sentido del humor que puede encontrar complicidades creativas; una creación incesante que a veces procede de otras creaciones.
Quizá sin saberlo, en esa conjura intervendrían asimsimo aquellos que han escrito acerca de esas creaciones, esas provocaciones, esos actos públicos. También participarían personajes que dicen ser Arnaldo Coen.
En el principio del Tractatus Rethorico-Pictoricus, Salvador Elizondo advierte que “el tractatus es el libro que el pintor escribe mientras pinta”. Las obras que se le atribuyen a Arnaldo Coen importan asimismo una crítica, ineluctablemente con humor lúdico, de su propia obra y, a veces, de la obra de otros pintores y de ciertos principios de la pintura, de la escultura, de la arquitectura. No ha pretendido crear pintores como los escritores “complementarios” que concibió Antonio Machado ni invocar heterónimos como lo ensayaba compulsivamente el practicante del espiritismo y otras artes ocultas Fernando Pessoa, sino que se trata de un creador posible del que sus obras son un rastro, manifestaciones de lo que podría ser cada una de esas obras. No se trata tampoco de variaciones sobre un tema, sino representaciones de una intuición; de intentos de captar fielmente esa intuición, que no deja de adoptar formas múltiples, que permanece latente como una obsesión, pero amenaza con volverse fugaz, cuya concreción puede revelarse imposible e inapresable como un reflejo.
Si Arnaldo Coen existe, cumple 85 años en martes.