En 48 días serán las elecciones y han transcurrido mil 932 días del gobierno del presidente López Obrador. En este contexto, te invito lector a reflexionar sobre algunos indicadores y hechos que resultan de su manera de gobernar y que dan muestra de las condiciones en que hoy se encuentra el país.
Del primero de diciembre de 2023 a la fecha, la economía se ha estancado; la deuda del sector público federal creció 50 por ciento; se construyen obras y se dan servicios que en décadas no serán productivas y tendrán que subsidiarse con dinero de nuestros impuestos (Dos Bocas, Tren Maya, AIFA y Mexicana de Aviación, hoy demandada por incumplimiento de contrato); 109 fideicomisos extintos que significaban 68 mil 400 millones de pesos, cuyo destino sigue siendo incierto; no se surtieron más de 15 millones de recetas médicas; 800 mil muertos por mal manejo de la pandemia del Covid; el gasto en educación se redujo en más de 2 por ciento; por el Tren Maya se talaron 7 millones de árboles (cuando el Ejecutivo dijo que no se talaría ni uno sólo); se privilegia el uso de energías sucias (se compraron a Iberdrola 13 plantas generadoras de energía caras y viejas por 6 mil 200 millones de dólares); Pemex tuvo la peor producción petrolera en 45 años; se reservan por 5 años los costos de construcción de Dos Bocas, Tren Maya y AIFA, argumentando la vacilada de “riesgos a la seguridad nacional”; lo que nunca, a nivel internacional el presidente se ha peleado con 6 países latinoamericanos, la OEA, España, el Parlamento Europeo y congresistas norteamericanos; no se han tomado medidas ni construido obras significativas en el tema de agua y hoy no hay manera de mitigar su crisis.
Aún hay más: la extracción ilegal de combustible no desapareció como se comprometió el presidente, sino que está en aumento y hoy se contrabandean 400 millones de litros de gasolinas y diesel por el puerto de Altamira, Tamaulipas; siguen a la alza los “cobros de piso” a productores, comerciantes e industriales; en las carreteras persisten los asaltos y asesinatos a transportistas; suman más de 49 mil 200 desaparecidos no localizados y más de 3 mil 650 feminicidios; se incrementaron los delitos sexuales contra niños y adolescentes, los de trata, la violencia familiar y los feminicidios infantiles; y, para cerrar, en lo que va del sexenio los homicidios dolosos son más de 181 mil 500.
Pero no todo ese desastre es en la Administración Federal, pues aun recibiendo 7 de cada 10 pesos de transferencias federales, en las 22 entidades federativas y en la Ciudad de México gobernadas por Morena o en coalición los resultados dejan muchísimo que desear.
Baja California, México, Guerrero, Michoacán y Morelos están entre los siete más violentos del país, y localidades como Culiacán, Xalapa, Coatzacoalcos, Iztapalapa, San Luis Potosí y Nogales acumulan 10 por ciento de los feminicidios.
En Morelos priva la extorsión y el derecho de piso a comercios y hace dos semanas se extorsionó al ingenio azucarero Casasano, exigiéndosele 50 mil pesos por camión que descargue y asesinaron al líder de sus trasportistas. En Culiacán hubo un secuestro masivo de 66 personas y en Nuevo León de 22, entre ellas niños y mujeres. En Chiapas, Guerrero, Michoacán y Estado de México comunidades completas emigran para escapar del dominio del crimen organizado y otras más arman a niños, jóvenes y mujeres para conformar autodefensas. En Michoacán, Nayarit y otras entidades del Pacífico mexicano se extorsiona a productores agropecuarios y pecuarios. En Zacatecas, la violencia entre las bandas tiene asolada a su población. En Tamaulipas priva caos y muerte para migrantes nacionales y centroamericanos. Las ciudades de Colima y Obregón fueron las más violentas del mundo en 2023 (Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal). Lector, este espacio no es lo suficientemente amplio para abundar en cifras y detalles, por lo que es muy conveniente que consultes publicaciones, internet y a familiares y amigos que puedan enterarte.
Con estos desastres en el país, ¿consideras que la mayoría de los mexicanos estamos “felices, felices, felices”, como quiere hacerlo creer el oficialismo?