Han transcurrido 100 días desde el inicio del gobierno de la primera mujer que ejerce la Presidencia de la República en México, Claudia Sheinbaum. Ella acudió al Zócalo para “rendir”, o someter, ante la soberanía del supremo Pueblo de México, un informe sobre las acciones emprendidas por su administración en ese periodo. La relevancia simbólica de este acto revela la República en la que vivimos.
En 1789, el Pueblo Francés inició, con la Toma de la Bastilla, una revolución que se tradujo en la emancipación colectiva frente a un régimen que generaba y reproducía injusticias sociales, políticas y económicas. Se liberaron así de una monarquía que acaparaba el poder del Estado francés en beneficio de unas cuantas familias, mientras la mayoría del Pueblo permanecía en el olvido y la pobreza, llegando incluso a morir de hambre.
Setenta años después, ya consolidada la Segunda República Francesa, se llevó a cabo un complejo concurso para dar rostro a un concepto tan abstracto como la República. Más de 700 artistas exhibieron sus obras en la École des Beaux-Arts; el ganador fue Honoré Daumier con su obra “La République”.
Un detalle relevante de la pieza es que Daumier representó a la República como mujer, no como hombre. Ella, sentada en un trono, se muestra robusta y fuerte, pero a la vez serena, protectora y generosa, portando una corona de olivos que simboliza la victoria alcanzada, así como su paz y sabiduría. En su mano derecha sostiene con firmeza la bandera francesa, mientras en su pecho dos niños corpulentos y saludables se alimentan, sostenidos por sus propios pies; un tercer menor está sentado a los pies de la mujer, leyendo con atención. La leve inclinación de la cabeza hacia atrás y su postura erguida sugieren dignidad, autoridad y fortaleza. Por ello, la obra también es conocida como “La République nourrit ses enfants et les instruit” (La República alimenta a sus hijos y los instruye).
El símbolo de la obra de Daumier refleja, en parte, la República Mexicana de hoy: un régimen que busca proteger y cuidar a su Pueblo, promoviendo su nutrición física e intelectual y utilizando el poder para satisfacer las necesidades más básicas de quienes menos tienen, a fin de romper injusticias y barreras de desigualdad.
Sin embargo, existe un rasgo de la República Mexicana actual que no aparece en la pintura de Daumier: el hecho de que esos infantes nutridos por la República, al crecer, la fortalecen, la defienden y velan por ella en gratitud. A lo largo de su evolución y lucha, la República Mexicana ha nutrido y propiciado la formación de un Pueblo ejemplar —independentista, reformista, revolucionario y ahora transformador— que, en voz de la Presidenta, reafirma que no volverán el neoliberalismo, la corrupción, los privilegios ni el gobierno de unos cuantos; tampoco la decadencia del pasado que atentaba contra la cosa pública, la cual nos pertenece a todos.
Cuando el expresidente priista Ernesto Zedillo afirma que, bajo la gestión de la Presidenta Claudia Sheinbaum, “México ha perdido la categoría de ser un país democrático”, evidencia un síntoma de la patología característica de la clase política caduca, la cual se valió de cercos mediáticos para subsistir. Esta clase parece ignorar deliberadamente lo fácil que resulta para el Pueblo acceder a información que los pone en evidencia, haciendo que sus comentarios sesgados se estrellen frontalmente con los datos duros de la realidad.
El Latinobarómetro 2024, encuesta anual que mide percepciones, actitudes y valores sobre la democracia en América Latina, refresca la memoria del expresidente: lo único que democratizó él fue la deuda de unos cuantos bancos ricos, de modo que varias generaciones del Pueblo terminaron pagándola. El estudio muestra que, durante la administración de Zedillo, en 1996, se registró el nivel más bajo de satisfacción con la democracia en México (solo el 12% de los ciudadanos se sentía satisfecho). En contraste, los dos gobiernos de la Cuarta Transformación han alcanzado el nivel más alto de satisfacción en la historia del estudio, con más de 50%.
La República Mexicana construida durante la Cuarta Transformación ha comenzado a recibir elogios de académicos y políticos de diversos países europeos y americanos, quienes ven en nuestro país una alternativa a los fallidos modelos económicos impuestos en el mundo por plutocracias mezcladas con cleptocracias. Dichos modelos niegan los derechos de las mayorías para concentrar poder y riqueza en unas cuantas familias.
Nuestra República ha propiciado que, hace dos meses, México se convirtiera en el país de la OCDE (grupo de naciones ricas y desarrolladas) con la menor tasa de desempleo, superando incluso a Estados Unidos, Alemania, Francia, Japón y Corea del Sur.
Asimismo, la República ha logrado que 9.5 millones de personas salgan de la pobreza; ha posicionado a nuestra economía como la duodécima más grande del mundo, con proyección de ingresar al “top ten” en los próximos años, y ha permitido captar más de 39 mil millones de dólares de inversión extranjera directa. En este contexto, México se convirtió en el principal socio comercial de Estados Unidos. Incluso sin ostentar formalmente ese título en ocasiones pasadas, hoy nuestro país es el más relevante para la Unión Americana, del mismo modo que Estados Unidos constituye el socio más importante y estratégico para México.
Una característica de los gobiernos tiranos, como el que encabezó el expresidente Ernesto Zedillo, era que un puñado de personas ejercía el poder de forma absoluta, arbitraria e ilimitada, eliminando de tajo la Suprema Corte de Justicia y creando una a modo para permanecer sin someterse a leyes ni a principios constitucionales. Dichos regímenes, además, solían maquillar cifras que distaban de la realidad y de la percepción ciudadana, la cual los reprobaba.
A diferencia de aquellos tiempos, en la República actual los datos oficiales se confirman con la percepción pública; prueba de ello es que la semana pasada, El Universal y otros medios de comunicación publicaron encuestas que otorgan a la Presidenta de la República una aprobación superior al 75%, mostrando una tendencia al alza en sus primeros 100 días de gobierno.
La Presidenta de nuestra República, Claudia Sheinbaum Pardo, al finalizar su informe en el Zócalo manifestó: “Tengan la certeza de que estoy dedicada en cuerpo y alma al bien de nuestro Pueblo y de la Nación. En eso se nos va la vida misma.” Así, en México se ha materializado y dado voz a la República que hace más de 176 años imaginó Daumier.