La serie de acuerdos alcanzados entre la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y el presidente de Estados Unidos de América (EUA) Donald J. Trump, para evitar la imposición de aranceles del 25% a bienes mexicanos, que éste último había prometido imponer a bienes provenientes de México a partir del 4 de febrero, constituyen un valioso antecedente de diálogo, entendimiento y una señal de confianza mutua que evitó una afectación directa, inmediata y palpable en los intereses de los pueblos a los que representan.
Con esta acción, la presidenta de México logró evitar, “con cabeza fría”, que ocurriera un escenario indeseable, en donde las amenazas del presidente estadounidense de incumplir con el TMEC, uno de los tratados de libre comercio más relevantes del mundo, al representar aproximadamente un tercio del PIB global, sentaran las bases de una guerra comercial de escala mundial. Una confrontación de tal magnitud habría generado incertidumbre en los mercados internacionales y, en particular, entre los socios comerciales de EUA, quienes podrían temer que sus propios acuerdos estuvieran sujetos a decisiones unilaterales e intempestivas de parte del presidente Trump. Unas horas después del acuerdo que alcanzó la presidenta Claudia Sheinbaum, el primer ministro canadiense Justin Trudeau anunció un acuerdo en los mismos términos.
La estrategia del presidente Trump de llevar la presión al extremo sobre los gobiernos de los principales socios comerciales de Estados Unidos—llegando incluso a la ofensa—parece contradecir su promesa o añoranza de su discurso inaugural: “A partir de ahora, nuestro país… será respetado de nuevo en todo el mundo… Vamos a ser la envidia de todo el mundo”.
Las acusaciones infundadas sobre presuntos vínculos del gobierno de México con el crimen organizado, carentes de pruebas y sustentadas únicamente en la retórica del miedo, erosionan la confianza y minan la relación diplomática entre ambas naciones. Aún cuando su señalamiento se acompañe de una nota de la agencia AP sobre la detención en Estados Unidos del exsecretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón por presuntos nexos con el narcotráfico, el mensaje debe de llegarle claro: la relación diplomática no puede sostenerse sobre insinuaciones ni desconfianza.
Mientras los partidos de oposición y sus voceros perdían su tiempo tratando de aprovechar el inicio del gobierno de Donald Trump para crear la narrativa de que el gobierno de México no estaba preparado y solo reaccionaba a las decisiones imprevistas del mandatario estadounidense, el gobierno de la presidenta Sheinbaum logró concretar el Acuerdo Global con la Unión Europea, tras nueve años de negociaciones.
Además de diversificar los mercados a los que México podrá acceder, este acuerdo regulará una relación comercial que, en 2023, alcanzó 82 mil millones de euros en bienes y 22 mil millones en servicios, un año antes.
De igual forma, el inútil intento de la oposición por dibujar un panorama de incertidumbre y crisis económica, como las que ellos generaron en sus sexenios, se desmoronó frente a la realidad expuesta por el secretario de Economía, Marcelo Ebrard Casaubón. El viernes pasado, Ebrard anunció un portafolio de inversión con aproximadamente 2 mil proyectos, que representarían 217 mil millones de dólares en inversión directa para México.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha logrado consolidar un equipo sólido dentro de su gabinete, fortaleciendo así la confianza que el pueblo de México depositó en ella. Diversas encuestas recientes la colocan con una aprobación del 80%, es decir, 8 de cada 10 mexicanos. Dentro de su equipo, merece un reconocimiento especial el excanciller Marcelo Ebrard, cuya experiencia y lealtad, en manos de la presidenta Sheinbaum, han sido determinantes para generar certidumbre en los círculos empresariales. Su liderazgo ha fortalecido la confianza en los portafolios de inversión, tanto nacionales como extranjeros, que ven en México un destino estratégico. Sin duda, Ebrard será una pieza clave en la renegociación del TMEC y en la ejecución del plan de sustitución de importaciones, una estrategia que debe implementarse sin demora, independientemente de los acontecimientos globales.
En este contexto, es fundamental recordar que el verdadero vínculo entre México y Estados Unidos reside en las personas que, día con día, fortalecen la unión entre ambas naciones. Su trabajo, esfuerzo y sacrificio, junto con su honradez, solidaridad y profundo arraigo, se reflejan en su voz y presencia más allá de nuestra frontera norte. Su legado ha dejado una huella imborrable, una que ninguna tarifa, arancel, muro o gobierno podrá borrar.