El verdadero teatro de masas está en Iztapalapa. Y no, no me refiero a la descripción que hizo Monsiváis sobre la Pasión de Cristo que tendrá lugar en unos días, sino a la forma en que esta alcaldía es utilizada como estandarte político. Sin embargo, la insignia que se le da a esta demarcación territorial varía de acuerdo con el público que se intenta convencer.
Usualmente cuando se habla de Iztapalapa en el periodo de elecciones es para convocar a sus ciudadanos a respaldar a tal o cual candidato. Debido al peso que tiene esta delegación por su número de habitantes (1.8 millones en el censo del 2020), la teatralidad política nunca falta en Iztapalapa. Recordemos el episodio de Sandra Cuevas intentando hacer un recorrido en cuatrimoto en sentido contrario sobre la avenida que colinda con la Central de Abastos y que terminó en trifulca y una reverenda lección cívica sobre tránsito vehicular. Sin embargo, ahora que la candidata a la jefatura de Gobierno es Clara Brugada, la antigua alcaldesa de esta delegación, las críticas que se hacen a su gobierno usualmente se hacen de forma indiferenciada a la alcaldía y a sus habitantes, haciendo alusión a una serie de ideas preconcebidas y erróneas que se tienen sobre Iztapalapa.
Tal y como explica de manera detallada el investigador Rafael Prieto Curiel en un claro hilo de Twitter, si se compara a Iztapalapa respecto a varios indicadores de nivel educativo, niveles de pobreza e inseguridad, esta alcaldía es en promedio más desarrollada y menos violenta que el resto de las ciudades del país.
Más allá de estigmas, prejuicios e ideas polarizantes, Iztapalapa es actualmente la alcaldía de la Ciudad de México con el mayor número de habitantes. Los cambios que hemos experimentado los que vivimos la mayor parte de nuestra vida ahí, no pueden ser tan sólo explicados por el gobierno en turno. Todavía recuerdo el pensar con horror en la cantidad de recursos públicos desperdiciados por la delegación al colocar una enorme cantidad de árboles de navidad naturales con luces incluidas en las principales avenidas de la delegación hace unos cuantos años.
La riqueza cultural y demográfica que existe hoy en día en Iztapalapa proviene de su diversidad geográfica y de las comunidades que en ella habitan. Una delegación que colinda con Benito Juárez, Coyoacán, Iztacalco, Tláhuac y Xochimilco no puede explicarse como una entidad homogénea.
Esto no implica hacer caso omiso de los problemas que persisten en la delegación y que en gran medida reflejan las grandes preocupaciones de la ciudad: la inseguridad, la violencia, la desigualdad y la falta de agua, preocupaciones no exclusivas de esta demarcación sino compartidas por todas las alcaldías. Sin embargo, intentar convertir a Iztapalapa en símbolo del pueblo bueno o de la marginalidad absoluta es polarizante e inútil. Por otro lado, no se debe olvidar que, en las pasadas elecciones de la Ciudad de México en el 2021, no en todos los distritos electorales de esta delegación ganó el partido de Morena. Así que estas referencias negativas pueden tener un alto costo político.
La Pasión de Iztapalapa que veremos desarrollarse en las campañas electorales por la Ciudad de México carece de riqueza narrativa. La teatralidad electoral que pretende usar a esta demarcación para darse baños de pueblo o para representar todo el mal que persiste en la Ciudad de México es maniquea, errónea y no conduce a propuestas concretas que expliquen la manera en que los candidatos intentarán hacer frente a los grandes problemas que enfrenta la ciudad. Ojalá en el futuro, la única referencia a la Pasión de Iztapalapa sea la que tiene lugar cada Semana Santa.