En el segundo encuadre del video figura la cabeza de una muñeca empalada en una caña en medio de una maleza polimérica y de ahuejotes. Entre claros de luz se percibe un fondo brumoso que sirve de telón para los ruidos amplificados de la chinampa. Las muñecas sirven de escenario y de tema: cuerpos desgastados por el paso del tiempo que han perdido miembros, cabelleras, vestimentas, pero que resisten. Este es el fondo macabro que Lady Gaga y Tim Burton eligieron para el video musical de “The Dead Dance”. Muchas personas en el mundo verán este video sin notar que muchas escenas fueron grabadas en La Isla de las Muñecas que se encuentra en Xochimilco.

Para una persona que no conozca la isla, el video podrá parecer tan sólo un escenario fantástico. Sin embargo, para los habitantes de la CDMX la contradicción será clara: lo que se considera macabro actualmente no es una chinampa decorada con muñecas colgantes, agrietadas y marcadas por el sol y el agua, sino una ciudad entera que se hunde y se ahoga. Una zona urbana construida sobre un lago que niega su origen, y que hoy paga las consecuencias en forma de hundimiento, inundaciones y calles convertidas en ríos. Esa debería ser la verdadera representación del horror.

Las trajineras evocan un modo tradicional de habitar y producir en una zona lacustre. La Ciudad de México, en cambio, representa el recubrimiento concretizado de suelos que antes eran zonas de recarga de agua, el entubamiento de ríos y la sustitución de chinampas por avenidas. El problema es multifactorial, una planeación deficiente, un mantenimiento insuficiente, baja captación de agua de lluvia y precipitaciones cada vez más intensas. A esto se suma un enemigo silencioso: la basura. Cerca de la mitad de las inundaciones en la capital se debe a coladeras obstruidas por desechos plásticos.

Lo verdaderamente macabro no está en las muñecas colgando de los ahuejotes en Xochimilco, sino en una ciudad que se hunde hasta 30 centímetros por año en algunas zonas y que en lo que va del año ha acumulado más milímetros de lluvia que todo el año pasado. Una ciudad paradoja en donde habitantes de alcaldías como Iztapalapa sufren tanto la falta de agua potable como las peores inundaciones cuando llueve. Donde el terror consiste en aprender a navegar (o encallar) entre las inundaciones y las sequías.

La historia de la isla de las muñecas remite al mito fundacional que relataba su creador, Julián Santana Barrera: al encontrar el cuerpo de una niña ahogada en un canal, decidió colgar muñecas como forma de honrarla. Hoy, mientras ese lugar se convierte en referencia turística, el verdadero terror para millones de capitalinos consiste en aprender a vivir entre sequías e inundaciones.

Lo que la ciudad necesita no es más escenografía, sino una política hídrica a la altura del reto: invertir en infraestructura verde, ampliar programas de captación de agua, y sobre todo atender la basura que asfixia al drenaje. Porque al final, los que bailarán hasta el final de los tiempos no seremos los habitantes de la CDMX sino las muñecas de plástico en Xochimilco y los millones de residuos plásticos que siguen ahogando el destino de la ciudad.

Analista. @itelloarista

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