En mi pasada entrega le hablaba de la disonancia cognitiva y la dificultad de adaptar nuestros pensamientos y emociones a un entorno que nos es adverso, y cómo construimos argumentos que intentan armonizar ambos extremos. El sábado pasado la realidad —una de muchas— golpeó a nuestra puerta y Donald Trump confirmó la imposición de aranceles de 25% a los productos de México y Canadá, a pesar de que muchos decían que no pasaría, que no era posible: disonancia cognitiva.

Desde que Trump tomó posesión de la presidencia, todo se trata de él, como si de pronto este personaje se hubiera comido al mundo. No sé a usted, pero a mí me asaltan pensamientos desorganizados que alternan entre la distopía y el reality show para tratar de explicar lo que está pasando. Me tranquiliza saber, aunque parezca paradójico, que nuestro entendimiento sobre el tema es limitado y que se trata de hechos sobre los cuales no tenemos ningún control; me siento en un avión que entra en turbulencia y miro al resto de los pasajeros como parámetro de la gravedad de lo que pasa… pero todos nos miramos con la misma duda.

La incertidumbre nos incomoda mucho y por ello intentamos inmediatamente dar respuestas a esos vacíos: ansiedad, angustia y desesperación, como dice la canción. Mientras más leemos, más nos mortificamos porque aumentan las variables en el análisis. Sin embargo, nadie sabe qué va a suceder con certeza, ni el piloto.

En Canadá la idea de que los equiparen con México en relación con el problema de drogas y de migración les enchina la piel, y tienen razón; no son ni cercanamente comparables y, sin embargo, aparentemente Trump los ha puesto en el mismo saco. Entonces la idea que empieza a extenderse en Canadá es que, en efecto, Trump quiere anexarlos como el estado 51. ¿Será?

El mismo sábado por la noche, en la conferencia de prensa del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, en la que anunció la imposición de tarifas en respuesta a Trump, la periodista Jillian Piper de Global News le sacó el suspiro más profundo a Justin y la sonrisa más suspicaz de la noche a la ministra Mélanie Joly cuando le dijo: “en su orden ejecutiva, Trump justifica los aranceles con los problemas de inmigración y de fentanilo, ¿usted piensa que en efecto se trata de eso?”, a lo que Trudeau contestó “menos de 1% de ambos problemas pasan por la frontera canadiense”; es decir, su respuesta fue “no” (ver minuto 25). Así que, si Trudeau no lo entiende, por qué nosotros lo haríamos.

Pero nuestro margen de acción es mucho menor a nuestra ansiedad. ¿Qué podemos hacer? Déjeme compartirle algunas ideas que tienen como propósito tratar de hacer un poco más amable el tránsito por este tema y otros que vendrán de la misma especie en el mundo de Trump:

1. No intente responder todas las preguntas porque no todas tienen respuesta.

2. Nadie entiende todo lo que pasa.

3. Utilizar la metodología tradicional para explicar lo que sucede ya no funciona.

4. Trump es un hombre básico en sus emociones y de impulsos muy primitivos; la avaricia y el poder son sus motores principales, no hay gran sofisticación.

5. Deje de atormentarse con los incumplimientos al T-MEC, el tratado ha sido aniquilado.

6. Todo es dinámico y nada se quedará como está ahora.

7. Esta lucha no es suya, no la pelee.

Tratar de entender al mundo ahora es un deporte extremo: ¿a qué mundo? Son tiempos complejos que nos obligan a mantener la calma. Desde luego, es muy importante informarse y actuar en nuestro ámbito, pero sin olvidar que no hay mucho que esté en nuestro control. Así que, abroche bien su cinturón y siga disfrutando el vuelo.

Abogada, presidenta de Observatel y comentarista de Radio Educación X y Threads: @soyirenelevy

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