Cuando era niña, mis papás tenían una casita en Tequisquiapan. Ahí había una alberca de agua helada y a mis primos les encantaba aventarse de chapuzón. Yo, en cambio, tan solo la idea de meter el dedo chiquito del pie, me daba escalofríos.
Y hasta hace no mucho tiempo, si me pedías elegir entre bañarme con agua helada o aventarme de mi balcón, fácilmente hubiera escogido lo segundo, pero es de sabios cambiar de opinión… Y yo lo hice cuando supe del “Hombre del hielo”, Win Hof, quien ostenta múltiples récords mundiales por su capacidad para soportar temperaturas extremadamente bajas.
Win dice que además de todos los beneficios para el cuerpo, el estar bajo el agua helada es como tener una línea de comunicación directa con Dios. Investigué más al respecto y descubrí que, científicos aseguran que meterte en una tina con hielo o, al terminar tu baño, darte un regaderazo de un minuto con agua helada, tiene múltiples beneficios como tener más energía, mejorar tu salud metabólica y sentirte más feliz en general. Aún y cuando la idea de estar temblando con los labios azules, parezca aterradora.
David Sinclair, investigador de la longevidad en la Universidad de Harvard, habla del "invierno metabólico". Nuestros antepasados vivían en temperaturas frías estacionales. El metabolismo humano, por lo tanto, fue diseñado para adaptarse a un clima incómodo (las altas temperaturas tienen el mismo efecto, por eso es que prácticas como la sauna y el Bikram Yoga reportan grandes beneficios para la salud). Pero hoy vivimos casi siempre en el lujo del clima controlado y así descarrilamos a nuestra salud, porque eliminamos los desafíos biológicos. La hipótesis de Sinclair se basa en un principio llamado hormesís: cierta cantidad de dolor es buena para el organismo.
Si tu abuelita te dijo: “mi’jito, ponte tu suéter, porque si no te va a dar gripa”, en realidad es lo contrario. Esto, lejos de enfermarte, podría fortalecer tu sistema inmunológico.
Anna Lembke, psiquiatra de la Universidad de Stanford, prescribe la inmersión en agua fría en lugar de pastillas a algunos de sus pacientes que sufren adicciones. Dice que “les ayuda a tolerar la abstinencia”, ya que el cuerpo responde generando dopamina, serotonina y norepinefrina.
Por estos beneficios decidí intentarlo y, como dijo el escritor Mark Twain: “Si te comes una rana viva por las mañanas, nada peor puede sucederte en el resto del día”.
Un día agarré valor, giré la manija de la regadera hasta la posición más fría, respiré profundo y entré al agua. Los primeros segundos fueron un infierno. Por más que intenté ahogar el grito por el impacto del agua fría en mi piel, no lo logré y aullé como lobo en noche de luna llena, pero poco a poco fui controlando el proceso.
Lo increíble fue que, ese mismo día, noté los beneficios. Me sentí con más energía y con mayor capacidad de concentración.
Ahora me baño con agua fría durante 60 segundos todos los días. Aún sigo luchando contra el shock, pero es una apuesta que vale la pena por las enormes ventajas en mi día a día y, en mi salud, en el largo plazo.
Bañarte con agua helada es el “INGRIDiente secreto”, si quieres verte y sentirte mejor y decides ser parte del club “mujeres y hombres del hielo”.
Escríbeme en mi Instagram @ingridcoronadomx y dime de qué tema te gustaría que platicáramos aquí. Gracias por acompañarme una vez más.
IG: @Ingridcoronadomx www.mujeron.tv