Un pordiosero esquelético que pedía limosna en una esquina, tenía un letrero que decía: “Fui profesor universitario. Hoy tengo ambre.” Le di unas monedas y le recordé que hambre se escribe con H.

—¿Sí? —me contestó. A lo mejor ya me la comí.

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La mejor manera de ser feliz es empezar por creer que lo eres.

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El olvido purifica el pasado.

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Aquella novia que tuvo era tan pálida que la luna siempre se la recordaba.

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El destino individual es consustancial al destino colectivo.

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