Durante las últimas semanas, Estados Unidos se ha vuelto la capital del futbol mundial. En menos de 90 días, podemos hablar de giras y partidos amistosos, Nations League, Copa Oro y la tan mencionada Leagues Cup.
Sin duda alguna, es el único país en todo el planeta que puede organizar varios torneos de cualquier deporte al mismo tiempo, el único con la infraestructura aérea, terrestre, hotelera, restaurantera, de seguridad y demás, para poder organizar lo que les plazca.
Incluso para las instalaciones deportivas, sean naturales, artificiales, al aire libre o techadas... Hay de todo. Cualquier pretexto para no hacer las cosas bien sale sobrando, se tiene todo en el país vecino.
Considerando todo esto, en cualquier polémica y búsqueda incesante de otros mercados, siempre argumento con las siguientes preguntas: ¿Por qué no queremos hacer negocios con el vecino poderoso?, ¿por qué nos molesta todo lo que se hace en Estados Unidos?, ¿por qué queremos ir a otras latitudes, en donde la moneda vale menos?, ¿por qué dicen que no se logra nivel futbolístico o deportivo?
Todo esto es por la fantasía constante de pertenecer a otro lugar del planeta y no sacarle provecho al sitio en donde el destino nos colocó.
Obviamente que todo es perfectible, pero recordemos que otros organismos también se están acercando al gigante del norte, llámese la Fórmula Uno, estrenando circuito en Las Vegas para noviembre, y la culminación de este proyecto multideportivo será la Copa del Mundo de 2026, la cual será compartida con Canadá y México.
En las últimas semanas, me he dado cuenta de que somos una sociedad deportiva a la que nada nos gusta, que de todo nos quejamos, de todo renegamos, aspiramos a cosas imposibles y fantaseamos con escenarios poco probables.
Nos ilusionamos con la Copa Libertadores, cuando también nos quejábamos del torneo.
Queremos ir a eliminarnos con Sudamérica, aunque no vayamos al Mundial.
Escenarios que no nos corresponden, pero que no salen de la mente del aficionado, manipulado por la desinformación y por comentarios incendiarios de los medios deportivos.
Seamos conscientes de lo que tenemos y hacemos, de lo que podemos lograr y —sobre todo— de nuestros alcances.
Si lo logramos, podremos tener nuestros objetivos más claros.
