Las apps de entrega y transporte parecen haber entrado en pánico con la iniciativa de Reforma a la Ley Federal del Trabajo o, al menos, eso quieren que pensemos.
La reforma busca algo elemental: que los trabajadores de estas plataformas tengan acceso a seguridad social, contratos claros y reglas de juego justas. Que puedan trabajar sin sentirse desechables en cualquier momento.
Simplemente se trata de un acto de justicia porque los trabajadores de estas plataformas tienen un muy limitado reconocimiento de los derechos laborales, lo que no les gusta mucho a las empresas ¿A qué le temen? A que sus repartidores y conductores, quienes viven al filo del algoritmo, reciban seguridad social.
El modelo de negocios no cambia, se mantiene la flexibilidad de los horarios y la autonomía que los conductores y repartidores supuestamente aman. Se mantiene la libertad para que ellos sean los que definan el tiempo donde van a estar conectados en las plataformas. También se reconoce la subordinación discontinua y acotada al tiempo efectivamente trabajado.
La clave aquí es la formalización del trabajo. Se añade un capítulo a la Ley y se establece la creación de un régimen transitorio para que el IMSS implemente un piloto de 180 días de carácter obligatorio para las empresas. Habrá un alta en el IMSS a inicio de mes sin pago, con un ajuste retroactivo, y pago a final de mes. Se generarán registros patronales a nivel nacional para cada una de las plataformas digitales.
Con ello se asegura que todos los trabajadores que generen más de un salario mínimo accedan a seguros y servicios que incluyen desde riesgos de trabajo hasta pensiones y créditos del Infonavit. Y para los que no alcancen ese umbral, existe la opción de un régimen especial para trabajadores independientes.
Se incluyen conceptos como Claridad en las reglas de trabajo, Registro de contrato ante el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, además de una política de gestión algorítmica del trabajo (la que administra el tiempo dentro de la plataforma) que explique de manera clara lo trabajado.
Así que, no hay nada de qué preocuparse pues solo tendrán que cumplir con obligaciones básicas. Estamos hablando de cientos de miles de personas que trabajan día a día bajo un sistema que les da migajas de derechos laborales.
Las empresas parecen estar más preocupadas por perder su control absoluto sobre los trabajadores porque la flexibilidad no desaparece. La autonomía sigue en pie, solo que ahora también tendrán protección social.
La Alianza In México, que agrupa a varias de estas plataformas, podrían rechazar la presunta imposición de esta reforma, cuando más bien se durmieron. Estimaron que todo el cabildeo y la compra de conciencias había funcionado para frenarla.
La Alianza insiste en pedir un diálogo con la Secretaría del Trabajo. Desde la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador se comenzó un diálogo con las principales empresas, también con organizaciones de trabajadores. Se realizaron 30 reuniones con los distintos representantes de la industria y del Gobierno de México. ¿Qué más quieren discutir?
Lo más irónico es que ahora las empresas se ponen de lado de los pobrecitos repas y conductores quienes seguramente darían su vida por defender su flexibilidad e independencia de contratación. El asunto es que la reforma no lo excluye ni lo prohíbe, al contrario, lo promueve y regula. Además ¿quiénes son esos trabajadores que cuestionan la reforma? ¿Los verdaderos independientes o los que ya parecen sindicato blanco?
Y luego está el tema de la tecnología. Algunos aseguran que el IMSS no tiene la capacidad para manejar un esquema donde se diferencian horas trabajadas y multipatrones. A lo mejor es cierto, pero eso no impide que se intente o se desarrolle desde cero. Por otro lado, dicen que las plataformas tampoco tienen la tecnología para identificar a todos sus "socios". ¿En serio? Estas empresas saben hasta qué cenaste anoche y ahora nos vienen a decir que no pueden identificar a sus propios trabajadores y su tiempo laboral.
Por cierto, se asegura que existe un mercado negro de celulares y motos que se rentan para que otros trabajen en las plataformas. Esto habla bastante mal de las empresas que, supuestamente, llevan años implementando sistemas rigurosos de autenticación y reconocimiento facial. Si realmente les importara tanto la autenticidad de su fuerza laboral este problema nunca se habría presentado.
Pero lo más preocupante es que la Reforma, así como lo hicieron con el impuesto de 2% en la CDMX, corre el riesgo de aprobarse, pero no aplicarse mediante amparos. Sin embargo, con la Reforma al Poder Judicial en marcha, tal vez esos jueces a modo ya no tengan tanto poder.
Nos quieren meter miedo con el cuento de que, si la reforma pasa, los servicios se van a encarecer en perjuicio de los trabajadores y el usuario final. Pero no nos engañemos, lo que realmente preocupa a las plataformas es perder el control y, de paso, un poquito de dinero.
La reforma no acaba con la flexibilidad ni con la independencia que tanto valoran los trabajadores de las apps. Solo se asegura que, mientras trabajan, tengan derechos laborales básicos y acceso a la seguridad social. ¿Es mucho pedir?
El potencial inteligente
Con la inteligencia artificial (IA), el panorama empresarial evoluciona de forma radical y veloz. Lo que antes parecía una tecnología del futuro ahora es una herramienta indispensable para mejorar la productividad y la eficiencia. Según un informe de McKinsey, 60% de las empresas que han adoptado IA ya reportan aumentos significativos en su productividad. Esta tecnología permite automatizar procesos, reducir errores y optimizar la toma de decisiones estratégicas, como un diferenciador clave en un mercado cada vez más competitivo. Un ejemplo es el de Apple, cuya integración de IA ha transformado sus productos. Sin embargo, el verdadero éxito radica en su implementación personalizada. Como señalan expertos de empresas como Creai, la clave no es solo usar la tecnología, sino saber adaptarla a las necesidades específicas de cada empresa para obtener retornos de inversión rápidos y mejorar la competitividad. El desafío es grande: la falta de comprensión y la resistencia al cambio. Las empresas que superen estos obstáculos estarán mejor posicionadas para aprovechar todo el potencial de la IA y liderar en la próxima era digital.
* Columnista y comentarista