En el mundo de los semiconductores las bodas siempre han sido por conveniencia. La semana pasada, Jensen Huang de Nvidia y Lip-Bu Tan de Intel anunciaron su “nueva relación”. Intercambio de componentes, proyectos conjuntos y hasta un regalito de 5 mil millones de dólares en acciones.
El mercado reaccionó como suegra emocionada, pero pocos se dieron cuenta que este romance no es de supervivencia. Nvidia no necesita a Intel para legitimarse. En cambio, Intel vive de recuerdos de gloria y busca desesperadamente un cliente que lo saque del hoyo.
En los discursos hubo elogios cruzados, promesas de ingresos combinados por 50 mil millones y sonrisas de catálogo. Pero el idilio se desinfló en cuanto surgió la pregunta incómoda ¿Nvidia fabricará sus chips con Intel?
Por eso mi tío Huang corrió a recitarle poemas a TSMC, la taiwanesa que realmente domina el mercado. La calificó de “mágica” y dejó claro que Intel es una capillita TSMC es su catedral.
Todos pensaron que Nvidia sería el socio que Intel necesita para poner en marcha sus fábricas en Oregón, Nuevo México, Arizona, Irlanda e Israel. El problema es que Nvidia ya está bien comprometida. Así que lo que vimos no fue un compromiso formal, sino un ligue de pasillo para comprar piezas, invertir dinero, y fingir que la química existe. Pero detrás de la retórica de “cooperación histórica”, la industria sabe que esto no es amor, es conveniencia pura.
La pregunta es ¿cuánto durará el idilio antes de que Nvidia decida mandar a Intel a la friend zone?
Si mi abuelita tuviera ruedas...
Si mi abuelita tuviera ruedas, sería patineta, triciclo o hasta Uber. Pero no las tiene. Así suenan algunos de los argumentos que defienden las plataformas digitales frente al artículo 30-B que el Gobierno de México quiere añadir al Código Fiscal de la Federación. Con esta medida, Hacienda busca tener acceso irrestricto, permanente y en tiempo real a los sistemas de las plataformas.
La Asociación Latinoamericana de Internet (ALAI) advierte que esto atenta contra la privacidad, los datos personales y hasta contra el debido proceso. Pero no seamos ingenuos, las grandes tecnológicas no lloran por los derechos humanos, lloran por sus márgenes de ganancia. Su defensa de la privacidad es tan conveniente como decir que mi abuelita tiene ruedas y por eso ya es un coche. La realidad es que ya esas empresas comparten toneladas de datos con anunciantes, gobiernos y quién sabe quién más. Entonces, ¿el gran problema es que ahora la autoridad en México también quiera meter vigilancia donde no la hay?
Muy vendedor el discurso de la legalidad, pero basta un par de clics en ciertos marketplaces de ecommerce en México para que la retórica se caiga a pedazos. No sé si has comprado en una de estas plataformas donde abundan, pululan, hierven las ofertas sin factura, vendedores fantasmas y productos que se venden con la misma formalidad que un tianguis de Roberto.
¿De verdad protegen a los usuarios cuando las propias plataformas toleran notas de compra que sirven menos que un post-it y vendedores que parecen tener doctorado en evasión fiscal?
El drama se intensifica con la amenaza de bloqueo a quienes no cumplan. Según ALAI, eso sería desproporcionado y hasta violatorio de derechos humanos. “¡Van a censurar internet!”, gritarán algunos. ¿En serio? ¿Otra vez la misma cantaleta? Si Estados Unidos amenaza con prohibir TikTok y Brasil se dio el lujo de bloquear a Twitter (o X), ¿de qué mérito goza una plataforma que se resiste a cumplir con las leyes mexicanas? ¿qué hace pensar que México es demasiado fino como para no tocarlos ni con un apercibimiento?
La verdad es que estas empresas llevan años jugando con las reglas locales. Primero lloraron por el IVA digital, luego por la retención de ISR y ahora por el acceso fiscal permanente. Al final, ninguna se fue del país. Todas terminaron ajustándose porque aquí sigue habiendo millones de usuarios listos para gastar, con o sin factura.
Si bien la redacción de la propuesta del gobierno (otra vez) puede ser ambigua, las plataformas tampoco son heroínas de la libertad. Más bien son comerciantes que se hacen de la vista gorda con el fraude fiscal y luego se pintan de mártires cuando Hacienda les pide la llave de la puerta trasera.
Regular la IA
La inteligencia artificial ya no es un tema de geeks ni de películas futuristas; ahora está en la mesa de industriales y políticos que empiezan a sentir la presión digital. En la Concamin, Alejandro Malagón Barragán abrió la discusión, y el diputado Eruviel Ávila Villegas no perdió la oportunidad de advertir que la IA ya está metida en la economía, la educación y hasta en la rutina diaria.
En San Lázaro, desde la Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación, que preside Ávila, circula una iniciativa para reformar nueve artículos de la Constitución. No es poca cosa cambiar la Carta Magna para intentar ponerle reglas a un monstruo que aprende solo.
Mientras tanto, se cocina un borrador de ley regional con lupa en la seguridad pública, porque a muchos pone nervioso pensar qué pasará cuando la IA también se meta en temas de vigilancia, justicia o control social.
La industria no quiere quedarse mirando desde la tribuna. Si el marco regulatorio va a decidirse, los empresarios quieren subirse al ring, no como espectadores, sino como protagonistas que definan el rumbo del país ante la ola tecnológica que ya marca diferencias.
Hackathon Fintech
México recibe más de 63 mil millones de dólares en remesas cada año y cuenta con uno de los ecosistemas fintech más dinámicos de América Latina, con más de 600 startups. Sin embargo, millones de personas siguen fuera del sistema financiero formal. Para abordar este reto, la fundación Interledger con su protocolo (ILP) estará realizando varios hackatones (Hacks Week) universitarios en Oaxaca, el Estado de México, Aguascalientes y la Ciudad de México desde este mes y hasta noviembre.
La iniciativa, organizada en colaboración con el Instituto Politécnico Nacional (IPN), invitará a los estudiantes a diseñar prototipos para pagos interoperables, remesas más seguras y nuevas formas de acceso financiero. Con la ayuda de expertos, los participantes adquirirán experiencia práctica con tecnologías de código abierto y la resolución colaborativa de problemas.
Los equipos más prometedores pasarán a la Hackathon Interledger anual que se celebrará en noviembre en la Ciudad de México, conectando el talento mexicano con sus homólogos internacionales y destacando el creciente papel del país como centro de innovación e inclusión digital en la región. Éxito a todos.
Columnista y comentarista