Por décadas, lo “hecho en México” fue subestimado y se asumía que lo extranjero era mejor. Sin embargo, las nuevas generaciones, con su confianza en el talento nacional, están demostrando que el potencial mexicano no tiene límites. Esta visión encuentra un eco contundente en la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones (ADYT o ATDT), el ambicioso proyecto de digitalización liderado por la presidenta Claudia Sheinbaum.
Nuevamente me quedé fuera del análisis pues el jueves de la semana pasada, cuando se publicó mi colaboración anterior, se presentó el plan de acción de la ADYT en la Conferencia Mañanera. Sin embargo, eso me dio más tiempo para desglosar los planes de esta súper agencia.
La ADYT no es solo un organismo más, es el eje de una revolución tecnológica que busca consolidar la autonomía digital de México y simplificar la relación entre ciudadanos y gobierno. Sus objetivos son unificar capacidades, reducir la carga regulatoria y garantizar la autonomía tecnológica, todo mientras promueve la austeridad republicana. Esto significa menos burocracia, más accesibilidad y un gobierno que se conecta con la gente a través de la tecnología.
Además, la ley de simplificación y digitalización que impulsa la ADYT establece principios innovadores como el hecho de que la carga regulatoria recae en las autoridades, no en los ciudadanos; los documentos digitales tienen la misma validez que los físicos; y los trámites se diseñan para priorizar a los grupos más vulnerables.
La agenda de transformación digital incluye iniciativas clave que prometen transformar la experiencia de los ciudadanos con el gobierno. Entre ellas, destaca la creación de la Llave MX, un sistema de identidad digital que permitirá a los usuarios acceder a servicios digitales, autenticarse de forma remota y gestionar sus documentos en línea. Esta herramienta busca ser el equivalente a un “pasaporte digital” para los mexicanos y estará lista para 2026.
Además, se planea una simplificación masiva de trámites con la homologación de procesos, eliminación de requisitos innecesarios y una reingeniería de más de 7 mil trámites federales. La meta es reducir en 50% los trámites, requisitos y tiempos de respuesta. Para finales del sexenio la meta es tener 80% de los trámites digitalizados.
El Centro de Atención para el Bienestar (CABI), por su parte, promete ser un servicio centralizado de atención telefónica nacional (079), ofreciendo solución "punta a punta" para cualquier problema ciudadano, desde servicios informativos hasta seguimiento personalizado.
La agenda de infraestructura digital de la ADYT no se queda atrás. Uno de sus proyectos estrella es la Fábrica de Software, que ya está operando y busca dotar al país de desarrollos tecnológicos propios, reduciendo la dependencia de soluciones extranjeras. Esto no solo permitirá ahorros presupuestales, sino que también reforzará la soberanía tecnológica del país.
Otro proyecto es la Nube México, una iniciativa para consolidar la infraestructura digital pública y garantizar la seguridad de los datos nacionales. Este esfuerzo se complementará con un Plan Nacional de Ciberseguridad, que incluye diagnósticos, auditorías y la implementación de mejores prácticas para proteger la información gubernamental.
Además, el Programa Espacial Mexicano destaca como una propuesta ambiciosa para desarrollar servicios críticos de conectividad en áreas remotas, promover la transferencia tecnológica y colaborar con instituciones educativas para impulsar la investigación espacial.
Una característica distintiva de la ADYT es su compromiso con la interoperabilidad. Esto significa que los sistemas públicos no solo estarán digitalizados, sino que también “se hablarán” entre ellos, eliminando la duplicidad de esfuerzos y facilitando la experiencia del usuario. La creación del Centro Nacional de Tecnología Pública, que funcionará como un repositorio de código abierto y una escuela de tecnología para servidores públicos, será fundamental en este proceso.
Además, la unidad de Inteligencia de Datos será un componente crucial para fortalecer las capacidades del gobierno, promoviendo una política basada en evidencia y utilizando modelos de inteligencia artificial para optimizar procesos.
La ADYT ya está operando Proyectos estratégicos como la Ventanilla Nacional de Inversiones, la simplificación de trámites en Cofepris y Conagua, y el Expediente Clínico Digital. Estas iniciativas buscan eliminar barreras para el bienestar social y la prosperidad económica, haciendo de México un país más competitivo y eficiente.
El enfoque es claro: la tecnología debe estar al servicio de las personas. Desde garantizar que el internet sea un derecho hasta desarrollar una plataforma pública de digitalización, cada iniciativa busca que los ciudadanos accedan con mayor facilidad a sus derechos y servicios.
Es cierto que el camino no será fácil. Los retos económicos y políticos siempre estarán presentes, pero el avance que representa la ADYT deja claro que México está listo para liderar en el ámbito digital. Se puede y se quiere. Hagámoslo.
Columnista y comentarista