En mi época, en mis años de estudiante universitario, quienes estudiamos comunicación, apenas comenzábamos a ver fenómenos de transmedia o crossmedia muy básicos. Lo más cercano a “narrativas transmedia” eran un par de franquicias Disney y el despliegue futurista de The Matrix. Apenas entendíamos que una historia podía brincarse de la pantalla grande al videojuego, al cómic o al merchandising.

Hoy, esas narrativas transmedia se convirtieron en un ecosistema digital donde cada plataforma te ofrece una pieza indispensable para entender la trama completa.

No sé cuántas universidades mexicanas ya imparten materias de transmedia, pero deberían. Entiendo que no son muchas, pero analizar cómo funciona y por qué enganchan estos contenidos debería ser tema de cátedra universitaria. Y aunque a varios académicos no les guste, en el mundo real hay ejemplos que deberían estar en las aulas. Me refiero a lo que muchos desprecian: La Casa de los Famosos México (LCDLFMx).

Ese reality show (que jamás he visto, porque a mi edad ya estoy para otras distracciones), debería estudiarse como un fenómeno de comunicación. El programa producido por TelevisaUnivision y EndemolShine Boomdog, cerró el domingo con récord en televisión abierta al sumar 21.96 millones de espectadores en su gala final. A eso súmale 43.15 millones de votos, el mayor registro en la historia del programa.

En toda la temporada acumuló 194.8 millones de votos, más de 314.3 millones de horas consumidas en Vix y unos 18.3 billones de views en redes sociales. En términos de alcance, superó los 85.7 millones de personas en todo el mundo. Todo eso con un “experimento” que no pasa de encerrar famosos en una casa.

Además, el monstruo del chismecito detonó la chequera con ventas 20% más altas que en 2024, con 68 clientes, de los cuales 35 eran nuevos. O sea, el drama local resultó más rentable que varias series carísimas de streaming.

Y ahí está la paradoja. Entre tanta oferta en Netflix, Prime, Max y compañía, el mexicano promedio prefiere mirar pleitos, romances y lágrimas patrocinadas. ¿Es que nos fascina el chismecito, nos encanta meternos en la vida de los demás o simplemente necesitamos distraernos de la realidad? Probablemente todo lo anterior.

Lo que importa es que LCDLFMx probó que la narrativa transmedia no necesita capas, superhéroes ni multiversos. Basta con encerrar a un puñado de celebridades y repartir los contenidos en las pantallas de televisión, streaming, redes sociales, memes y hasta podcasts. LCDLFMx 2025 probó que la narrativa transmedia no es exclusiva de Hollywood. Aquí, con puro chismecito, se logró un fenómeno digno de clase universitaria.

Mete su cuchara

Todo mundo quiere probar el pastel de la inteligencia artificial y ahora le tocó a AMD sacar su rebanada. La empresa de chips anunció un acuerdo con OpenAI que no solo la pone en la mesa de los grandes, sino que también le dio un empujón a sus acciones de 38%, el mayor brinco en casi diez años. Nada mal para una compañía que ha vivido a la sombra de Nvidia, el campeón indiscutible del GPU.

El trato establece que OpenAI desplegará GPUs de AMD equivalentes a 6 gigavatios en los próximos años. Dicho en cristiano, es la mitad de lo que la startup firmó con Nvidia, pero suficiente para demostrar que hay mercado todos en la fiebre de la IA. Además, el acuerdo abre la puerta para que OpenAI se vuelva accionista importante de AMD, algo que suena más a matrimonio que a simple colaboración.

En números, AMD prometió hasta 160 millones de acciones como garantía basada en desempeño, lo que significa que OpenAI tendrá que cumplir ciertos hitos para quedarse con ese paquete. Y si los abogados lo redactaron bien, queda claro que este acuerdo no es una simple “relación abierta”.

Los primeros despliegues de esta alianza no llegarán de inmediato. Habrá que esperar hasta la segunda mitad de 2026 para ver en acción las GPUs Instinct MI450 y los sistemas a escala de rack que alimentarán la infraestructura de próxima generación de OpenAI.

AMD dejó de ser el actor de reparto para reclamar su papel en el boom de la IA. El pastel es grande, y aunque Nvidia sigue comiéndose la mayor parte, AMD ya metió su cuchara. Y los inversionistas lo aplaudieron.

El algoritmo del pollo

Desde hace años la comida rápida en México se volvió asunto digital. La industria del delivery convirtió al país en el segundo mercado más valioso de Latinoamérica y ahora las grandes cadenas no quieren quedarse fuera de ese banquete. Un ejemplo es Popeyes, la marca de pollo empanizado que, bajo el paraguas de Restaurant Brands International (RBI), prepara un plan de expansión con más de 300 nuevas unidades en la próxima década.

Se trata de un sector donde la velocidad ya no depende solo de la freidora, sino de la tecnología que conecta al comensal con su antojo en cuestión de clics. Aplicaciones móviles, pagos digitales, sistemas de logística y análisis de datos se volvieron tan importantes como cualquier receta secreta. En otras palabras, el futuro del pollo frito también pasa por el algoritmo.

Con Duncan Montero al frente de RBI en América Latina y el Caribe, la estrategia se apoya en socios locales como Star Louisiana, Border Crunch, Grupo Euro y Grupo Berny, quienes conocen el terreno. La marca, con más de 50 años de historia y presencia en 45 países, apuesta por integrar su tradición con la innovación tecnológica, desde el manejo de inventarios hasta la personalización de promociones vía apps. Es que la expansión de Popeyes en México no puede ser solo de ladrillos y freidoras. Debe ser un despliegue digital que ponga a prueba la tradición empanizada dentro de la era del algoritmo.

Columnista y comentarista

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